Son muchos los INVESTIGADORES que se han dedicado a indagar sobre el Totemismo. La siguiente lista se queda cortísima: Sigmund Freud, James George Frazer, Bronislaw Malinowski, Andrew Lang, John Ferguson McLennan, Claude Lévi-Strauss, Wilhelm Maximilian Wundt, Franz Uri Boas, J. Long, Emile Durkheim, Marcel Mauss, Alexander A. Goldenweiser, Wilhelm Stekel, y como ha de suponerse, existen, entre ellos, discrepancias en algunas de sus consideraciones hipotéticas y en sus conclusiones a las que llegaron; no obstante, debo agradecer a todos ellos por sus esfuerzos e intensos trabajos desarrollados, porque me permitieron delinear una nueva perspectiva que tiene contacto con sus investigaciones. La parte central de mi tesis recae sobre el origen del Totemismo y el observar (contemplar) que el Tótem fue un efecto espiritual que se generó en el tránsito del nomadismo al sedentarismo; en otras palabras, considero que dicha representación tuvo relación con la actividad natural del caminar del ser humano, exposición que presentaré a continuación, en esta primera parte que es un estudio de esa relación, en sus aspectos antropológicos, y posteriormente, para complementarla con una segunda parte, que se analiza desde una perspectiva e interpretación psicológica.
Para abordar nuestro proyecto, quisiera decir algunas palabras sobre la diferencia entre lo espiritual y la religión, en lo que a mí concierne. En varios posts pasados he transmitido lo que he experimentado personalmente cuando camino. Sus efectos son amplísimos y creo que ya no es necesario repetirlos; si no es del conocimiento de toda la humanidad, de una parte importante, sí.
Sin embargo, me ha faltado esclarecer algunas ideas sobre lo que he podido constatar sobre la parte del alma y lo espiritual, pues también ejerce un estímulo relevante, y quizás sea el más importante pues produce una generalización, a su vez, sobre todas las demás funciones del ser humano.
Quisiera desde este momento, en este nivel del Blog, mencionar que cuando utilizo el vocablo “espiritual” no me refiero exclusivamente al concepto religioso; desde luego que están íntimamente relacionados, pero no son equivalentes. La Religión es una fase evolucionada de la Magia y del Totemismo, como lo menciona atinadamente James George Frazer, y la espiritualidad es la fuerza (energía) sensitiva y dinámica, que escapa a lo racional y a los sentidos para su cuantificación, dimensiones y poder, mediante la cual, el ser humano desarrolla ciertas formas y aspectos religiosos, pero además otras decenas más de funciones y operaciones anímicas, que sólo con esta energía etérea, constitutiva del ser, las podemos lograr.
Por otra lado, el alma, al igual que las otras formas intangibles (inmateriales) del ser, siempre está en movimiento, ya no se diga lo correspondiente al cuerpo y otras partes físicas y materiales del ser humano. Todo indica que el alma no muere cuando muere el cuerpo, y el espíritu se queda en un estado latente; sin embargo, estas dos afirmaciones últimas pertenecen a cuestiones que hasta el momento no se han podido comprobar científicamente.
Después de estas aclaraciones, continúo con nuestro tema central. El Tótem es una representación “material” de un animal, vegetal o cosa, que es objeto de veneración y culto, por un grupo primitivo de seres humanos. Puede ser una figura tridimensional o bidimensional, que tiene parecido con lo que representa o no puede tener ningún parecido. El Tótem no es un fetiche porque no es un objeto único, sino que está generalizado en la especie de animal o vegetal o que se seleccionó como tal; tampoco es un ídolo porque no representa a un dios o diosa.
La concepción socio-antropológica de tótem es la imagen de un animal, vegetal o cosa, que un grupo de personas, grande o pequeño, sea pueblo, tribu, clan, etc., valoran y veneran por diversas características, y se vincula de modo almático o espiritual con todos los miembros de ese grupo humano. Se han definido diferentes categorías de Tótems, pero realmente el que nos debe interesar es el que pertenece a todo un grupo social (Tribu, Clan, etc.), pasando a segundo término –para la exposición presente- el Tótem por Sexo y el Individual.
En los pueblos primitivos, dos características, entre otras, son importantes: una, el tótem lo consideran el progenitor del grupo, y dos, la relación almática lo convierte, para todos los casos individuales, de que si algo le sucede al tótem, lo mismo le sucederá a la persona; es decir, si el animal muere, la persona morirá al poco tiempo, y a la inversa también, si la persona muere, el animal morirá. En ciertos casos específicos esta relación también se extrapola a todo el grupo humano del tótem.
El Totemismo en su desenvolvimiento histórico se ha manifestado en 3 esferas culturales: espiritual, social y religioso, siendo esta última la fase última de él. Desde nuestro enfoque, su práctica espiritual fue la más importante, dando lugar a las otras dos manifestaciones humanas.
Desde el punto de vista de su configuración, tanto social como religiosa, el Totemismo es una institución cultural socio-religiosa que ha dejado sus huellas primitivas, prístinas, en las posteriores formaciones y organizaciones religiosas universales dentro de sus rituales y formas dogmáticas, por lo que todavía en la época actual, encontramos costumbres y rituales sociales que son fidedignos –o al menos tienen una relación que fácilmente se identifica su correlación- tanto al ambiente social como al religioso, en nuestros días. Existe una analogía entre los dones y dádivas obtenidas por la relación almática con el Tótem (animal, vegetal o cosa) en las épocas remotas, y las otorgadas por los dioses en las religiones actuales, en plena vigencia: la curación de enfermedades, consecución de la ayuda divina en decenas de actividades humanas, presagios positivos y negativos, etc.
Existen también otras definiciones, según la especialidad disciplinaria, que mantienen elementos comunes a la anterior, pero que tienen otros enfoques y perspectivas, para su análisis.
Uno de esos elementos comunes con esas otras definiciones es que el grupo social adopta invariablemente el nombre del animal elegido. Así tenemos la tribu “Lobo”, “Venado”, Ciervo”, “Águila”, “Halcón”, “Castor”, etc. Una forma de observar el impacto espiritual que traía consigo esa imitación animal, es la adopción del nombre del animal al del grupo humano. Es indudable que el nombre que llevamos -ya sea porque nos lo pusieron o lo elegimos voluntariamente- implica parte de la esencia de nuestro ser, pues nos identificamos plenamente en el transcurso del tiempo, intrínsecamente con él, formamos una unidad, una unidad del yo con nuestro nombre, una identidad consciente pero fundamentalmente subliminal, que no es otra cosa que la unión del alma con el yo. El nombre es parte del alma humana. Esto lo analiza Stekel y lo califica como la “Compulsión del Nombre”: La importancia crucial y determinante, que tiene el nombre de una persona en sus inclinaciones y comportamientos inconscientes.
Todo indica que el Totemismo es una etapa universal de evolución por la que atravesó el ser humano, por lo que este sistema lo encontramos en una amplísima diversidad de pueblos, desde los tiempos más remotos, por lo que se considera una institución arcaica, generalizada en la humanidad, y por lo mismo, la Psicología lo considera como parte del inconsciente colectivo. (Post futuro EL CAMINAR Y LOS ARQUETIPOS-EL INCONSCIENTE COLECTIVO). Seguramente de ella emanan varios arquetipos -mismos que no podríamos analizar aquí-, o bien se construye dentro del arquetipo “Magia” (Post EL CAMINAR Y EL ARQUETIPO MAGIA-PARTE I) como una necesidad humana-espiritual (Quizás también como una reminiscencia) y otros elementos de tipo inconsciente e instintivo.
Así, el Totemismo es una institución -o sistema- netamente espiritual por medio de la cual los grupos humanos primitivos veneraban a un Tótem (animal, vegetal o cosa), engendrando por lo general una organización social alrededor de ese Tótem, y que muy posteriormente desembocó en religión.
Toda definición de una institución cultural, como es el Tótem, debe contemplar en parte la explicación de su origen y las causas de su génesis. Las definiciones que hemos dado previamente –atendiendo al enfoque disciplinario (socio-antropológico) incorporan algo de ello; sin embargo, quisiera ser más explícito, ya que eso permitirá encontrar y comprender su propio proceso de evolución para aceptarle como una fase importante del desarrollo personal y grupal, que nos permitirá vislumbrar parte de sus imágenes hereditarias (transitivas, transmisibles hereditariamente), tanto en el comportamiento como en las costumbres actuales, en toda la humanidad.
El tótem es una proyección colectiva y se inicia como una imitación y resulta en el “afianzamiento” del arquetipo “Magia”, cuando el ser humano empieza a transformarse de un ser nómada a uno sedentario. Su espiritualidad proyectada en el Tótem elegido, le permite a la colectividad que lo venera y valora, sobrellevar ciertas costumbres arraigadas en su ser, como es la necesidad eterna –como otras más- de nomadismo. Un tránsito natural –u obligado- del nomadismo al sedentarismo, que lo inclina a la práctica del Totemismo, imitando al animal-tótem elegido, y principalmente en su postura y en su caminar. Al respecto, debemos tener presente, para esta consideración, que en sus orígenes prístinos del totemismo, los Tótems que se seleccionaban (se elegían, utilizaban) de modo almático, eran únicamente animales; esta fue la 1ª fase del totemismo, el Tótem-animal, y posteriormente –en las siguientes fases- se fueron incorporando los vegetales (Post EL CAMINAR Y EL CAPSICUM; Post futuro EL CAMINAR DE LOS ANTIGUOS MAYAS Y SU TÓTEM “CHILE”; Post futuro EL CAMINAR DE LOS ANTIGUOS MAYAS Y SU TÓTEM “MAÍZ”) y las cosas inanimadas, en general. Comentábamos en el Post EL CAMINAR Y EL ARQUETIPO “MAGIA” que: “El desplazamiento que se logra mediante el arquetipo Magia, el alma o espíritu del individuo -o grupo- que se ve envuelto en el proceso de las imágenes arquetípicas, por lo general participaba disfrazándose con indumentaria animal o vegetal, con o sin mascarilla, y con ritmos (dancísticos) y movimientos que asemejaban a los animales que quería y necesitaba que estuvieran presentes en la ceremonia o en el ritual mágico, por ello siempre existe una relación entre la vestimenta (o la pintura rupestre que mencionamos atrás) que se denomina por lo general totemismo y el arquetipo Magia”.
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El Totemismo es un sistema espiritual que se originó por la necesidad y transformación que tuvo el ser humano en su tránsito del nomadismo al sedentarismo. Tesis que nadie ha analizado… al menos eso creo.
El elemento que nos interesa analizar como parte de esa génesis arquetípica, es el caminar innato en el ser humano, y que nos coloca en una perspectiva que inicia hace dos millones de años (Post HOMO-ITER: HOMBRE CAMINANTE. PARTE I, Post HOMO-ITER: HOMBRE CAMINANTE. PARTE II) cuando el HOMO SAPIENS se irguió y emprende ese proceso innato, caminando únicamente sobre sus 2 extremidades inferiores.
El Totemismo no sólo es importante para conocer la historia del hombre primitivo, sino para la comprensión de la historia presente del hombre actual, y sobre todo para “programar” la historia por donde tendrá que atravesar, caminando a pie, el hombre del futuro; es un paso intermedio que el ser humano realiza del estadio Magia al de la Religión; es el ascendente mágico que, en distintas regiones del mundo, transforma para darle entrada a la mayor parte de sus necesidades espirituales.
El Totemismo, sin llegar a ser una religión, sentó las bases para la conformación de todas las religiones del mundo, como el preámbulo espiritual de ellas. Fue una de las instituciones, además de la magia, la brujería, el espiritismo, y otras más, en la que el animismo (la creencia en el alma) se proyectó, en la que toma forma y estructura para desembocar en la religión, siendo ésta la forma animista en que se encuentra actualmente la humanidad. La creencia en el alma y en el demonio está vigente, y todavía siguen siendo sus características principales, que han prevalecido hasta el presente. Ahora bien, cada una de estas características, y otras, representan intentos de la capacidad humana de espiritualidad –el espíritu humano- de sustituir actos, actividades, acciones, prácticas, manifestaciones y funciones del ser que han menguado al paso del tiempo, o han sido trastocados por factores externos a él (medio ambiente físico y social,) o bien, por actos repetitivos de la conciencia humana misma, que los han suprimido en formas exánimes y que necesita recuperar por medio de otras representaciones (formas, prácticas, artes, ceremonias) sustitutas, que por lo regular no son análogas, sin embargo, otras son imitaciones que guardan similitud o equivalencia, o bien, se apoyan en manifestaciones expresivas homólogas en paralelo.
Así pues, el Totemismo es ese período de transición, donde uno de sus componentes estructurales principales que lo conforman, le dan respuesta a la declinación del nomadismo en el ser humano, alentándolo espiritualmente en su gran pérdida, sustituyendo su desarrollo pedestre, por otras manifestaciones y acciones espirituales y de movimiento, que fueron combinadas con sonidos percusivos y rítmicos, estructuradas con la música y la danza. Como un complemento fundamental, como hemos mencionado, fue la imitación a distintos animales sagrados en sus formas de caminar y en sus movimientos rituales y de acción, utilizando tallos, ramas y troncos huecos provenientes de árboles y arbustos seleccionados como sagrados para producir música (tambores y flautas).
Específicamente fue la imitación del caminar de sus animales sagrados y la danza que florecieron con el desarrollo espiritual del Tótem, que pudieron alcanzar esa etapa del animismo.
El caminar nos permite, en esa etapa histórica totemista, una interpretación del comportamiento antropológico del ser humano; esa función desempeñada como un mecanismo espiritual en los grupos primitivos, como base fundamental del Totemismo.
De todos los caminos que hemos recorrido para analizar, investigar y obtener el conocimiento de las cosas que nos rodean, el que hemos dejado olvidado es la actividad humana de caminar. El análisis de su desempeño –del caminar- en el Totemismo nos conduce a develar ciertas (algunas) conductas religiosas en la sociedad actual. La renuncia al nomadismo (o apartarse de él) es el germen de la necesidad humana de “comunicarse” -espiritualmente- con los espíritus y posteriormente con divinidades.
Cabe hacer la pregunta: ¿Esa necesidad espiritual creó el sedentarismo o, la renuncia al nomadismo creó esa necesidad espiritual?
El caminar se conservó analógicamente como una práctica espiritual dentro del sistema Totemista. Esa necesidad imperiosa de andar errando, cuyos inicios tienen 2 millones de años, la logramos satisfacer espiritualmente al imitar a los animales en su caminar y con la danza; una danza rítmica y cadenciosa, que comunica con un compás percusivo a su cuerpo con el medio natural externo, de modo espiritual y somático: el Caminar Espiritual. Mientras más se acentúa el sedentarismo, mayor es la necesidad de pedir ayuda a los espíritus, a nuestra espiritualidad interior. El hombre primitivo de esas épocas, se inclina a invocar a los espíritus -a su espiritualidad- por su nuevo estado sedentario que le resta capacidad para tener contacto con su inconsciente y con otras funciones mentales. ¿Qué tanto nos imposibilita? La respuesta a esta pregunta, la dejaremos, por su elevada complejidad en su demostración científica, para los investigadores de las generaciones venideras.
Durante el nomadismo el alma de cada individuo, hombre o mujer, caminaba junto a él; en el inicio del sedentarismo, y específicamente en el Totemismo, el alma fluye del ser para identificarse con los animales-tótem, se posesiona en ese tótem y “aprende” a caminar como el mismo animal; es decir, camina espiritualmente. La representación del alma, en aquellos orígenes totémicos, era el alma del animal seleccionado como el tótem personal. Esa alma totémica era una imagen -y reemplazo- inconsciente –y también consciente- que fluía de una personificación y encarnación, de un cuerpo a otro, con una absoluta y completa movilidad, saliendo de un cuerpo y entrando al otro, y esta movilidad almática le confería sustento al inconsciente del individuo, urgentemente necesitado de ello, por haber disminuido -casi eliminado- su función motora de caminar, y por ende de su espiritualidad (Post futuro CAMINAR: UN MOTOR ANÍMICO-ESPIRITUAL). De aquí nace, pero sobre todo florece, una nueva forma de invocar a la espiritualidad humana, y quizás también, sea la génesis de la represión consciente de ciertos estímulos del medio exterior, con lo que se empieza a sustituir la creencia en el medio natural -a confiar en esa realidad objetiva- por los espíritus y muy posteriormente, con los dioses (religión).
Un aspecto relevante que observamos en el Totemismo –desde nuestra perspectiva- es que en la realización de algunos rituales, todos los miembros del grupo totémico, de un tótem-animal, se reúnen alrededor de un centro ceremonial donde se encuentra localizado la representación física del Tótem, con el propósito de venerarlo e imitarlo en sus movimientos (y ademanes), fundamentalmente en su caminar -y según el animal seleccionado- también en otras formas características y sobresalientes de su movilidad, marcha, circulación y desplazamiento (que mostraban su rapidez, velocidad, lentitud, dinamismo, así como los distintos tiempos que utilizan en sus diferentes actividades de pre-apareamiento, caza, alimento, etc.). Seguramente esta imitación del Tótem-animal fue transformándose en movimientos rítmicos que dieron lugar a la danza (Post Futuro EL CAMINAR Y LA DANZA), misma que fue incorporándose en las ceremonias totémicas como parte inherente de ellas al compás y al ritmo musical de instrumentos percusivos y de viento. Así pues, las ceremonias totémicas se desenvolvieron hacia otras etapas de desarrollo, que estaban acompañadas de su fase inicial imitando el caminar de los animales y la danza como una prolongación de ese mimetismo totémico. De este modo, tanto el hombre y la mujer, de estas épocas primitivas, se vieron implicados inconscientemente en un proceso espiritual que le daba curso al tránsito paulatino del nomadismo al sedentarismo.
Una necesidad espiritual por lo que seguramente se identificaban con aquellos que conservaban –a juicio de ellos y por sus observaciones- un caminar innato y natural, lo que les inclinaba a seleccionarlos porque además mantenían algunas formas de movimiento, [que a juicio del hombre y la mujer primitivos], que se asemejaban a sus pasadas conductas de comportarse, en diversas circunstancias importantes: trasladándose de un lugar a otro, cazando presas para alimentarse (Post futuro CAMINANDO CON PROMETEO DESENCADENADO), recolección de alimentos, alimentándose, pre-apareamiento, apareamiento, defendiéndose de animales depredadores, huyendo de algún peligro, etc.
A la pregunta que se han hecho varios pensadores, estudiosos del Totemismo, de: ¿Cómo sucedió que el hombre primitivo adoptó un Tótem-Animal? La respuesta está, en gran parte, en ese tránsito del nomadismo al sedentarismo que he expuesto someramente.
¿Fue una renuncia, un impedimento o un tránsito natural del nomadismo al sedentarismo?
La respuesta la dejamos para la parte II, TOTEM Y CAMINAR, INTERPRETACIÓN PSICOLÓGICA.
Por lo pronto, dispongámonos a pensar sobre esta respuesta, mientras caminamos.