Había una vez, en los vastos bosques del norte, un joven alce llamado Bruno. Sus padres, eran una pareja de alces amorosos, que lo habían encontrado un invierno nevado, abandonado y solo. Decidieron criarlo como su propio hijo pero Bruno no sabía nada de este suceso. Desde pequeño, siempre mostró una pasión especial por caminar. Mientras los demás alces jóvenes jugaban y saltaban, él prefería explorar los senderos del bosque, olfatear los aromas de los pinos y escuchar el crujir de las hojas bajo sus pezuñas.
A medida que crecía, Bruno se aventuraba cada vez más lejos, descubriendo arroyos cristalinos, prados llenos de flores silvestres y rincones secretos del bosque que parecían sacados de un cuento de hadas.
Sus padres, orgullosos y protectores, notaron inmediatamente su curiosidad por el mundo que lo rodeaba. Bruno, algunas veces sentía que había algo diferente en él; sus patas eran más ligeras, y a veces, en sus sueños, se veía surcando los cielos.
A lo largo de su juventud, Bruno enfrentó muchos desafíos. Durante los crudos inviernos, cuando la nieve cubría el suelo y encontrar comida era difícil, Bruno nunca se detenía. Sus largas caminatas le permitían encontrar los mejores arbustos para alimentarse y las zonas más seguras para descansar. Gracias a su constancia y determinación, siempre lograba mantenerse fuerte y saludable.
Sin embargo, no todo era fácil en la vida del bosque. Un día, mientras caminaba cerca de un claro, Bruno escuchó un ruido extraño. Eran cazadores furtivos, hombres que cazaban animales ilegalmente. Con el corazón latiendo rápidamente, Bruno recordó todos los caminos y senderos que había aprendido en sus aventuras. Utilizó su conocimiento para escabullirse silenciosamente y encontrar un lugar seguro. Aquella noche, mientras observaba las estrellas que brillaban sobre él, Bruno comprendió que sus largas caminatas le habían salvado la vida. Así mismo, mientras su mirada se fijaba en el cielo estrellado, distinguió en la rama de un árbol a un búho que lo miraba con curiosidad.
“Hola, joven Bruno,” le dijo el búho. “Tienes una marca en tu frente que reconozco muy bien.”
Bruno, sorprendido, levantó más la mirada y le preguntó: “¿Quién eres y cómo sabes mi nombre?”
Soy un búho, y me llamo Oscar. Y soy muy sabio por eso sé tu nombre. Todos me llaman “Óscar, el búho sabio del bosque” Y además sé más de lo que imaginas. Esa marca en tu frente es una señal. Eres Alción, hijo de renos que he conocido desde hace mucho tiempo.”
Bruno frunció el ceño, incrédulo. “Eso no puede ser. Soy un alce. Mis padres son alces.”
Óscar soltó una risa suave y gentil. “Ven conmigo, te mostraré algo” Bruno lo acompañó llegando a un pequeño estanque cercano. “Mírate en el reflejo”, le dijo Oscar.
Bruno se asomó al agua y, para su asombro, vio que no se parecía a sus padres. Sus astas eran diferentes, más finas y elegantes, y su cuerpo tenía una ligereza que nunca había notado antes. “Pero… ¿qué significa esto?” preguntó confundido.
Óscar asintió. “Tus padres biológicos te llamaban Alcim, un diminutivo de Alción, que significa Luminoso. Ellos han estado buscándote desde que te perdieron en una tormenta. Son renos, y como tú, pueden volar”.
“¿Volar?” Bruno no podía creerlo. “Eso es imposible.”
“Inténtalo,” dijo Óscar con una sonrisa. “Cierra los ojos y siente la ligereza en tus patas.”
Bruno lo hizo. Cerró los ojos, tomó una profunda respiración y, de repente, sintió un impulso poderoso. Abrió los ojos y se encontró surcando los cielos junto a Óscar. Las copas de los árboles pasaban rápidamente debajo de él mientras el viento soplaba suavemente a través de su pelaje.
Cuando finalmente aterrizó, Bruno sintió una mezcla de emoción y confusión. “Entonces, soy un reno… y puedo volar.”
“Así es,” confirmó Óscar. “Y ahora que lo sabes, puedes buscar a tus verdaderos padres. Ellos estarán muy felices de saber que estás vivo.”
Pasaron unos meses y Bruno se convirtió en un Reno adulto fuerte y sano. Conoció a una hermosa alce llamada Alena, y juntos disfrutaban caminando por el bosque, descubriendo nuevos lugares y compartiendo aventuras.
Los inviernos seguían llegando, y cada uno parecía más riguroso que el anterior. Pero Bruno y Alena siempre estaban preparados para enfrentar esos crudos inviernos. Gracias a las caminatas diarias, conocían los mejores refugios y las rutas más seguras. Incluso en las tormentas más fuertes, siempre encontraba el camino a casa.
Un día, mientras el sol se ponía y el cielo se teñía de colores anaranjados, Bruno le comentó a Alena en un claro: “Caminar nos ha llevado a lugares maravillosos”, dijo con una sonrisa. “Nos ha hecho fuertes y nos ha mantenido unidos. Nunca debemos olvidar la importancia de cada paso que damos y que hemos dado.”
Y así, Bruno y Alena siguieron caminando, explorando y disfrutando de la belleza del bosque e inspiraban a muchos otros alces a seguir sus pasos.
Mensaje Final:
Queridos niños y niñas, así como Bruno el Reno Peregrino descubrió su verdadero ser y la magia que llevaba dentro y de esa forma encontró fuerza, sabiduría y aventuras caminando, ustedes también pueden descubrir un mundo maravilloso con cada paso que den.
Caminar no solo es una forma de moverse, es una forma de explorar, aprender y crecer. ¡Así que pónganse sus zapatos más cómodos y salgan a caminar! El mundo está lleno de caminos esperando ser descubiertos, y quién sabe, quizás también descubran la magia que llevan dentro.
Esta primera parte es solo el comienzo de las andanzas de Alción. No te pierdas su siguiente aventura en donde buscará a sus padres biológicos.
El acto de caminar es una práctica ancestral que conecta al ser humano con su entorno y consigo mismo. Desde tiempos inmemoriales, culturas de todo el mundo han valorado el caminar no solo como un medio de transporte, sino como una forma de meditación, introspección y conexión espiritual. En este post, exploraremos la relación entre la práctica de caminar y el Tao, la filosofía ancestral china que busca la armonía y el equilibrio en la vida, incluyendo el concepto del Yin y el Yang.
El Tao y el Taoísmo:
El Tao (o Dao) es un concepto central en la filosofía china que se traduce comúnmente como “el Camino” o “la Vía”. Representa el principio fundamental que subyace en el universo, el flujo natural de la vida y la fuerza que guía todas las cosas hacia su propósito y equilibrio. El Taoísmo, fundado por Lao-Tsé en el siglo VI a.C., es la tradición filosófica y espiritual que se centra en vivir en armonía con el Tao.
Relación entre Caminar y el Tao:
Fluir con el Tao:
Caminar en la naturaleza permite a las personas experimentar el flujo del Tao, moviéndose al ritmo de la vida natural y sincronizándose con el entorno. Cada paso se convierte en una manifestación de la armonía y el equilibrio que el Tao representa con el ser mismo.
Meditación en Movimiento:
El caminar puede ser una forma de meditación activa. En el Taoísmo, se valora el Wu Wei (no acción o acción sin esfuerzo), que implica actuar en alineación con el flujo natural de las cosas. Caminar sin un objetivo fijo, simplemente disfrutando del acto de caminar, es una expresión de Wu Wei.
Conexión con la Naturaleza:
El Taoísmo enfatiza la importancia de estar en contacto con la naturaleza para entender el Tao. Caminar en entornos naturales, como bosques, montañas y senderos, permite a las personas absorber la energía vital del entorno (Qi) y sentirse parte del universo.
Simplicidad y Tranquilidad:
Caminar, especialmente en su forma más sencilla, sin tecnología ni distracciones, fomenta la simplicidad y la tranquilidad, principios esenciales del Taoísmo. Esta práctica ayuda a despejar la mente y a encontrar paz interior, alineándose con la búsqueda taoísta de una vida simple y natural.
El Camino como Metáfora de la Vida:
En el Taoísmo, la vida es vista como un camino que uno debe recorrer con sabiduría y aceptación. Caminar se convierte en una metáfora poderosa de esta travesía, recordándonos que cada paso cuenta y que el viaje es tan importante como el destino (Post CAMINAR, UNA METÁFORA EXISTENCIAL. PARTE 1 DE 4).
Yin y Yang en el Acto de Caminar:
El concepto del Yin y el Yang es fundamental en el Taoísmo y representa las fuerzas opuestas pero complementarias que existen en todas las cosas. Integrar esta idea en la práctica de caminar puede proporcionar una perspectiva más equilibrada y holística (Post futuro EL YIN Y EL YANG Y EL SISTEMA WALK-RWD).
Equilibrio Dinámico:
Caminar refleja el equilibrio dinámico del Yin y el Yang. Cada paso implica un balance entre el movimiento (Yang) y la estabilidad (Yin). A medida que avanzamos, nuestro cuerpo se adapta continuamente, encontrando armonía en el movimiento.
Respiración y Ritmo:
La respiración consciente mientras caminamos puede alinearse con el Yin y el Yang. La inhalación representa la energía activa y expansiva del Yang, mientras que la exhalación refleja la energía pasiva y receptiva del Yin. Mantener un ritmo de respiración equilibrado puede ayudar a armonizar estas fuerzas internas.
Paisajes Naturales:
Al caminar en diferentes paisajes naturales, podemos observar las manifestaciones del Yin y el Yang en la naturaleza. Montañas y colinas representan el Yang con su energía ascendente, mientras que valles y ríos encarnan el Yin con su energía descendente. Reconocer estas fuerzas en nuestro entorno nos ayuda a conectarnos más profundamente con el Tao.
Tiempo y Espacio:
Caminar en diferentes momentos del día y en diversas condiciones climáticas puede reflejar el balance del Yin y el Yang. La mañana, con su energía fresca y activa, representa el Yang, mientras que la tarde y la noche, con su tranquilidad y calma, simbolizan el Yin. Adaptarnos a estos cambios nos ayuda a vivir en armonía con el ciclo natural del Tao.
Prácticas Taoístas Relacionadas con el Caminar:
Qigong Caminando:
El Qigong es una práctica taoísta que combina la respiración controlada, la meditación y el movimiento. El Qigong Caminando es una forma específica que integra el caminar con técnicas de respiración y visualización para armonizar el cuerpo y la mente.
Meditación Caminando:
Inspirada en las enseñanzas taoístas y budistas, la meditación caminando se enfoca en caminar lentamente y con plena consciencia, prestando atención a cada paso y al entorno inmediato.
Caminatas en la Naturaleza (Shinrin-Yoku):
Aunque el Shinrin-Yoku (baños de bosque) es una práctica japonesa, su esencia de encontrar calma y sanación en la naturaleza se alinea estrechamente con los principios taoístas. Pasar tiempo en la naturaleza caminando conscientemente permite a las personas reconectarse con el Tao (Post CAMINANDO CON LOS ÁRBOLES).
Recomendaciones específicas:
Caminar no es solo un ejercicio físico, sino una práctica espiritual y filosófica que puede profundizar nuestra comprensión del Tao y nuestra conexión con el mundo natural. Al incorporar la sabiduría del Tao y el equilibrio del Yin y el Yang en nuestras caminatas, podemos encontrar un camino hacia la armonía interior y el equilibrio en nuestras vidas.
Una fase interactiva:
Historia Personal: Comparte una experiencia personal o anécdota sobre cómo caminar ha influido en tu vida y en tu comprensión del Tao.
Consejos Prácticos: Ofrece consejos sobre cómo practicar la meditación caminando o el Qigong Caminando.
Recursos Adicionales: Recomienda libros, artículos o videos sobre el Taoísmo, el Yin y el Yang, y la práctica de caminar.
Al explorar estas conexiones, podemos interactuar con una perspectiva rica y profunda sobre cómo el simple acto de caminar puede transformarse en una experiencia de sabiduría y autoconocimiento, guiada por los principios del Tao y el equilibrio del Yin y el Yang.
Era un día en que el viento parecía susurrar secretos al oído de quien supiera escucharlos. En un rincón apartado de un parque frondoso, entre senderos que serpenteaban como pensamientos perdidos, apareció Sinesfrido, un ser enigmático que irradiaba una extraña calma, caminando en una recóndita vereda oculta entre los árboles, donde los ecos del viento se entrelazaban con los murmullos de las hojas. Su andar no era común; sus pasos parecían fusionarse al combinarse con los latidos de la naturaleza, creando sensaciones inexplicables a su alrededor.
No era el típico caminante, pues lo hacía al ritmo de las emociones de su entorno. Era un ser que habitaba la intersección de los sentidos, un viajero entre colores, sonidos y aromas.
Para Sinesfrido, cada rincón del mundo era una melodía de sentidos, una coreografía en la que todo estaba conectado a través de una sinfonía invisible. Caminaba solo, aunque no lo parecía, pues los senderos respondían a sus pasos, y él, un viajero del universo de las sinestesias, lo percibía todo con una intensidad abrumadora.
Fue en medio de este camino que Sinesfrido vio a un individuo sentado bajo un gran roble, desconcertado y un tanto aturdido.
Sinesfrido, siempre curioso y conectado con las energías de los sentidos, se acercó suavemente y habló con una voz que mezclaba tonos de amanecer y atardecer.
SINESFRIDO
—¿Quién eres? —preguntó Sinesfrido, deteniéndose ante él.
GOVOT lo miró, incapaz de responder de inmediato. Había sentido su presencia antes de verlo.
—Soy GOVOT —respondió al fin, con una voz que parecía vibrar con cada uno de los sentidos—. Percibo el mundo de maneras que a veces no comprendo. Todo me llega de golpe: los colores me saben a frutas, los sonidos me acarician como el viento, y los olores… los olores me pintan paisajes en mi mente. Pero no sé cómo manejar la parte de la razón. Estoy abrumado.
Para GOVOT, el mundo era una satisfacción sensorial; cada detalle lo inundaba con tal magnitud que apenas podía procesarlo.
GOVOT, era un individuo que encarnaba la esencia de los cinco sentidos humanos —gusto, olfato, vista, oído y tacto— pero en ese paraje se encontraba confundido, como si el mundo que le rodeaba fuera un caos ingobernable (sin dirección, sin gobierno, sin dominio, sin dirección, sin regulación) o un orden razonable sin control.
GOVOT
Sinesfrido, comprendiendo el dilema de su nuevo acompañante, sonrió con calma. Sabía exactamente lo que debía hacer.
—Mi nombre es Sinesfrido. Y acostumbre pasear por este y otros bosques. Lo que necesitas, GOVOT, es caminar.
—¿Caminar? —preguntó GOVOT, confundido—. ¿Cómo podría caminar ayudarme a ordenar todo este caos dominado por la razón?
—¿Sabes, GOVOT? —le dijo Sinesfrido, con pleno conocimiento—. Los sentidos que llevas contigo están esperando ser despertados. Pero para eso, necesitas caminar. Solo el movimiento del cuerpo despierta el movimiento de la percepción. ¿Por qué no comienzas a caminar? Los sentidos responden al paso, y cada forma de caminar les trae un regalo distinto.
GOVOT, un poco desconcertado, levantó la vista y preguntó sin mucha convicción:
—¿Caminar? ¿Y qué cambiará eso en mí, Sinesfrido?
—Porque caminar no es solo mover los pies, amigo mío —respondió Sinesfrido con una mirada profunda—. Es la forma más natural en que los seres humanos conectan sensorialmente con el mundo. Cuando caminas, das un ritmo a tus sentidos. Los sincronizas, los distribuyes. Y si caminas de ciertas maneras, podrás experimentar tus sentidos de formas que jamás imaginaste.
GOVOT frunció el ceño, intrigado pero aún dudoso.
Sinesfrido sonrió, sus ojos brillaban con un destello que contenía más de lo que las palabras podían decir.
—Te propongo un reto —dijo Sinesfrido, extendiendo su mano—. Caminemos juntos. Pero no de cualquier forma. Te mostraré cómo caminar puede despertar en ti la verdadera armonía sensorial.
—Camina despacio, como si el tiempo se alargara ante ti. Cierra los ojos, GOVOT. Si te atreves a dar unos pasos en la penumbra de tus propios sentidos, el tacto despertará primero. Sentirás la textura del suelo bajo tus pies, como si cada paso fuera una conversación secreta entre tú y la tierra. Quizás percibas una brisa acariciándote el rostro, y sin necesidad de ver, el viento te contará la dirección de su viaje.
GOVOT se levantó, aceptando la mano de Sinesfrido.
Intrigado, GOVOT dejó que Sinesfrido lo guiara.
Ambos comenzaron a caminar, y Sinesfrido lo guiaría hacia una serie de experiencias únicas.
Primero, caminaron lentamente, casi en cámara lenta. Los pasos de GOVOT eran lentos y cautelosos al principio. De inmediato, notó cómo el aire jugaba con su piel, y su cuerpo, que hasta entonces había sido una mera estructura, comenzó a sentir.
GOVOT empezó a notar cómo el roce de cada brizna de hierba bajo sus pies se sentía diferente, como una caricia delicada. El viento acariciaba su piel como si estuviera envolviendo sus pensamientos en terciopelo. “Tacto”, murmuró GOVOT, maravillado.
Luego, Sinesfrido le indicó que caminara con los ojos cerrados. Al principio, titubeó, pero pronto, su oído se agudizó, percibiendo el crujido de las hojas, el canto lejano de un pájaro, el sonido del río al fondo. Era como si el mundo le hablara a través de sonidos, una melodía armónica que no había escuchado con tanta claridad y armonía.
Más tarde, Sinesfrido le sugirió que caminara hacia atrás. GOVOT, desconcertado, accedió, y de inmediato sintió cómo los olores que habían pasado desapercibidos comenzaban a cobrar vida. El aroma terroso de las hojas mojadas, el perfume dulce de las flores cercanas, y el frescor del aire cargado de humedad lo envolvieron en un torbellino de sensaciones olfativas.
Finalmente, Sinesfrido le propuso algo aún más audaz.
—Toma este cuaderno —dijo, entregándole un pequeño block y un lápiz—. Mientras caminas, escribe. Escribe lo que sientes, lo que percibes, sin detenerte.
GOVOT obedeció, y a medida que avanzaba, el lápiz se movía solo, guiado por algo más profundo. Mientras caminaba y escribía, los sabores se le revelaban: podía “probar” el dulce amargor del aire, el sabor metálico del sol en su piel, y el toque fresco del rocío de la mañana.
Cuando finalmente se detuvieron, GOVOT estaba extenuado, pero lleno de una nueva gama de experiencias sensoriales (sinestésicas).
—¿Lo ves? —dijo Sinesfrido, sonriendo—. Caminar te ha permitido sincronizar y armonizar tus sentidos, te ha dado un ritmo. Ahora puedes vivir en armonía con lo que percibes. Camina, GOVOT, porque es el único camino hacia la verdadera sinestesia, hacia la verdadera conexión.
GOVOT, agradecido, asintió. Ya no se sentía demasiado aturdido. Ahora comprendía que caminar le ayudaría a fortalecer su devenir hacia el equilibrio sensorial.
El día se había convertido en un atardecer sereno, con el cielo pintado en tonos de púrpura y naranja, y mientras los dos amigos se alejaban por el sendero, Sinesfrido sabía que había plantado la semilla de algo más grande: la sabiduría de caminar, de leer el mundo a través de los sentidos, de escribir sobre él, y de dibujarlo con cada paso dado.
Este encuentro entre Sinesfrido y GOVOT nos recuerda que caminar no solo nos lleva a un destino físico, sino que despierta y armoniza los sentidos.
Estimado lector, sea cual sea tu ritmo, ya sea lento o acelerado, con los ojos cerrados o dibujando en un cuaderno, ¡deja que tus pies te lleven a experimentar el mundo de formas nuevas y extraordinarias!
Deja que tus pasos te lleven más allá de lo que tus pensamientos y la imaginación puedan llevarte.
El caminar es una actividad que, aunque cotidiana, puede convertirse en una experiencia profundamente musical. Nuestros pies, al tocar el suelo, crean un ritmo natural, una percusión que resuena con cada paso. Esta percusión es la banda sonora de nuestra caminata, un sinfín de cadencias que forman una sinfonía única.
Normalmente escuchamos el sonido percusivo (percusión) de nuestras pisadas, sin embargo, en algunas ocasiones es inaudible ese sonido. Las escuchamos en el interior de nuestro cuerpo, no con el sentido auditivo sino dentro de nuestra interioridad corporal. Es un ritmo interior dentro de nuestro organismo. Nuestras pisadas las realizamos con un compás propio (El Compás de las Pisadas). Se ha de pensar que el compás no es un concepto apropiado para la actividad de caminar, porque está reservado para la música. Pues quisiera mencionar y enfatizar que el caminar como una actividad natural (instintiva) sí comprende una musicalización y por lo mismo se realiza marcando un compás. Y es un compás musical percusivo (percusión). Todavía se podría agregar que como percusivo (percusión) no entraña notas; esto sí es cierto. Entonces, todavía alguien más podría preguntar: ¿Es música o no es música? Claro que sí es música y nos hace caminar con nuestra propia y singular percusión musical, debido a que contiene una cadencia percusiva que implica un ritmo (Ritmo y Cadencia), pero también organización y armonía. En música percusiva (percusión) conlleva el ritmo y los períodos de tiempo. Un ordenamiento que conduce a la entonación y armonía. Es la serie de sonido percusivos (percusión) que se realizan de modo normalizado y regular. La cadencia percusiva (percusión) en el caminar implica también el movimiento que se realiza con el cuerpo para acompasarse con la entonación (tonos) que se produce con los pasos. Es la distribución y organización perfecta y normal de los sonidos generados por los pasos y los movimientos del cuerpo en su conjunto. Esa cadencia al caminar puede combinarse normalmente con sonidos, movimientos y pausas, en ambas esferas cadenciosas, que participan de una entonación física y auditiva, en una plena armonía. Es la armonización normal que alcanza el cuerpo al caminar, al realizar los pasos a un ritmo y compás musical.
Este ritmo no solo se percibe externamente; tiene una conexión profunda con nuestro cuerpo, tiene una relación intrínseca con nuestro organismo, en todo su conjunto: físico y mental. El caminar activa varios sistemas corporales, desde el cardiovascular hasta el muscular, promoviendo la circulación sanguínea y mejorando la oxigenación de nuestros tejidos. Además, la percusión de nuestros pies puede resonar con algunos de nuestros órganos internos. Por ejemplo, un ritmo constante y equilibrado puede ayudar a regular la respiración y a estabilizar el ritmo cardíaco, promoviendo un estado general de bienestar.
Las pisadas tienen su propio compás, su propio ritmo y cadencia. Este compás puede variar según la velocidad y la intensidad de nuestra caminata. Un paso lento y pausado puede tener un compás más relajado, casi meditativo, mientras que un paso rápido y enérgico tiene un ritmo más acelerado y vibrante. Encontrar nuestro propio compás al caminar es esencial para mantener una buena salud y disfrutar del acto de caminar.
El ritmo de nuestra caminata se define por la frecuencia con la que damos nuestros pasos. Mantener un ritmo constante ayuda a nuestro cuerpo a adaptarse y a optimizar su funcionamiento. La cadencia, por su parte, es la regularidad con la que se producen estos pasos. Una cadencia equilibrada y natural es crucial para evitar lesiones y para maximizar los beneficios del caminar.
Huizinga en su libro HOMO LUDENS (p. 222), comenta: El mismo ritmo que “contiene” el cuerpo, desde siempre, desde las épocas más remotas, que se ha manifestado en la fabricación de alimentos (época arcaica), de modo instintivo, lo observamos también que lo realiza el cuerpo, de manera inconsciente (imperceptible), en el caminar.
“Los sonidos son unidades eternas que residen en la mente, en la interioridad del ser, entidades que participan en la creación cuando se emiten por la voz o se reciben por el oído. Pareciera que alguien nos susurró aconsejando que el arte excelso, el mejor arte, es el que se realiza con el mayor número de los sentidos humanos. Y por ende, podríamos aventurarnos diciendo que el ritmo en los movimientos corpóreos tiene un efecto profundo y sutil en la preparación de los platillos, Esa facultad, sensación y capacidad rítmicos son determinantes en el ser para ello. No deseo extenderme más sobre esto, pero sí comentar que las actividades que se desarrollan en la cocina, tendientes a elaborar los alimentos, se han realizado desde siempre en compañía (asociación, adhesión) de cánticos y tonadas (tonadillas) de trabajo desde los tiempos más antiguos y en actividades muy primitivas como han sido el majar, moler, cortar, amasar, machacar, combinar, picar, descabezar, cercenar, mutilar, desmochar, rebanar, trinchar, mezclar, hornear, asar, y todas ellas tenían seguramente un compás, un canto, un ritmo, una melodía, que las acompañaban y conducían”.(1)
Es verdaderamente retador y motivante el pensar que podamos caminar al ritmo de nuestros propios compases.
Por lo general, cuando caminamos libremente lo hacemos a un compás que nuestro cuerpo lo define de manera inconsciente. Cuando no estamos condicionados y obligados a un ritmo que lo impone el grupo de personas que van caminando a nuestro lado, o bien el tráfico ensordecedor e impulsor a una dinámica desconcertante, podemos lograr caminar –decimos- a nuestro propio ritmo.
La forma más fácil de tomar conciencia de un compás propio es pensar que nuestros pies pueden lograr un sistema percusivo (percusión) que esté animado por compases que nos animen a hacerlo.
Esa forma será en compases del tipo binario, donde se termine en par, y repitiéndose el compás hasta el infinito; sin embargo, también se podrán realizar compases donde uno de los pies no se asiente al igual que su par, y repitiéndose también este compás hasta el infinito.
“Un hábito particular es un ritmo sostenido, donde todos los actos se repiten igualando de manera bastante exacta su valor de novedad, pero sin perder nunca ese carácter dominante de ser una novedad”, LA INTUICIÓN DEL INSTANTE, F.C.E., México, 1987 (1932 en francés), Gaston Bachelard, PP. 61-62.
El caminar con ritmo es acompasar a nuestro organismo como si instituyéramos (estableciéramos) un compás musical, de cualquier tipo, en nuestra caminata.
Ello nos permite poner en movimiento a todo nuestro cuerpo así como cada parte que lo integra, con una cadencia (compás) mientras caminamos.
Esa cadencia que empleamos (y de que nos valemos) al caminar la hemos aprehendido al paso de millones de años.
“El ser humano es una suma integral de ritmos” (p. 64); “Los cronotropismos serán los que integren los hábitos en esa suma integral de ritmos que forman al ser” (p. 65). LA INTUICIÓN DEL INSTANTE, F.C.E., México, 1987 (1932 en francés), Gaston Bachelard.
YIN & YANG
Podríamos equiparar esta armonía que alcanzamos con la caminata mediante la analogía con el Yin y el Yang chinos (Post EL CAMINAR Y LA SEXUALIDAD), que son dos principios que se acompasan en la vida, y mantienen al individuo, masculino o femenino, en equilibrio -armónico y dinámico- con su contraparte complementaria. (Post futuro EL CAMINO DEL TAO: SABIDURÍA ANCESTRAL DEL CAMINAR).
“El caminar por el lado sombreado de la montaña (YIN) o caminar por el lado soleado de la montaña (YANG)”, Historia de las Filosofías, siglo XXI, tomo I, P. 233.
“YANG: Claro, positivo, masculino, activo. Fuerza cosmológica o principio activo y masculino en el taoismo”. Ver Yin. Jung, Tipos psicológicos, Tomo I, p. 290; Ying y yang en Historia de las Filosofías, siglo XXI, tomo I, p. 233, Tao p. 237, Taoismo p. 255.
El caminar con un compás (ritmo, cadencia) –cualquiera- es un símil de movimiento de equilibrio dinámico, equiparable a mantener el ritmo (compás, cadencia) de la vida (ritmo vital). Ese compás que instrumentamos en el caminar, lo realizamos siempre –consciente o inconscientemente-, a fin de otorgarle a nuestro organismo físico y a sus partes integrantes, una fortaleza dinámica, y así mismo, a nuestra mente un equilibrio estable y armónico.
PIERNAS Y BRAZOS EN EL YIN Y YANG
Ambas piernas las podemos asemejar a esos dos principios naturales: la pierna izquierda corresponde al Yin, es decir, a la mujer, y la pierna derecha relaciona (se refiere) al Yang, al hombre.
Ambas partes se ejercitan mancomunadamente cuando se camina, con un cierto compás.
Por otro lado, debemos señalar que el caminar con nuestro propio ritmo implica una sincronización de diversas partes del cuerpo y fundamentalmente de las extremidades superiores e inferiores. Por ejemplo, la coordinación natural del movimiento de pierna y brazo contrarios, es decir, cuando la pierna derecha está adelantada lo realiza naturalmente con el brazo izquierdo, y cuando es la pierna izquierda se coloca en la parte adelantada del cuerpo la acompaña el brazo derecho.
Como podemos observar en las figuras anteriores, la pierna derecha y el brazo izquierdo se encuentran balanceados hacia adelante, mientras que sus contrarios van hacia atrás, y viceversa.
En términos generales, no es sano que el medio social nos imponga su ritmo en todas sus indicaciones y manifestaciones: en el comer, en el trabajo, en los transportes, en el mismo caminar, etc.; nosotros debemos imponer nuestro ritmo, y con lo primero que tenemos que empezar es caminando con nuestra propia cadencia rítmica, con nuestro caminar propio natural.
ACTITUDES Y ACCIONES PARA CAMINAR EN NUESTRO PROPIO COMPÁS
Para caminar de acuerdo a nuestro propio compás y asegurar que sea saludable, es importante adoptar ciertas actitudes y acciones:
Escuchar a Nuestro Cuerpo: Prestar atención a cómo nos sentimos al caminar. Si nos sentimos cansados o con dolor, es importante ajustar nuestro ritmo.
Adoptar una Buena Postura: Mantener una postura erguida y relajada ayuda a caminar de manera más eficiente y evita tensiones innecesarias.
Respirar Profundamente: La respiración profunda y regular sincronizada con nuestros pasos puede mejorar nuestra oxigenación y reducir el estrés.
Utilizar Calzado Adecuado: Usar zapatos que proporcionen un buen soporte y amortiguación ayuda a proteger nuestros pies y a mantener un ritmo saludable.
Practicar la Atención Plena: Estar presentes en el momento, disfrutando del entorno y del acto de caminar, puede transformar nuestra caminata en una experiencia más placentera y significativa (Post CAMINANDO CON LOS ÁRBOLES).
Variar el Terreno y el Ritmo: Cambiar el terreno (como caminar en parques, playas o senderos) y variar el ritmo de vez en cuando puede hacer que la caminata sea más interesante y beneficiosa (Post CAMINAR DESCALZO. PARTE I. Tipos de suelo).
En conclusión, la percusión de nuestros pies al caminar es una melodía intrínseca a nuestra existencia, una conexión íntima entre nuestro cuerpo y el entorno. Encontrar y caminar al compás de nuestro propio ritmo no solo mejora nuestra salud física, sino que también nos permite disfrutar plenamente de cada paso que damos.
Salgamos a caminar con nuestro propio compás y escuchémoslo cómo palpita.
(1)Loya Lopategui, Carlos, Cocinopea, EMULISA, México, 2011, p. 9
“Además, el camino de la virtud no es, como algunos han creído, áspero y difícil, sino que se marcha por él con planta segura. No vengo a referiros cosas vanas: fácil es el camino hacia la vida feliz”. Séneca, “De la Ira”
En el ámbito ético-moral buscaba la sabiduría la cual debería encontrarse siguiendo los pasos de la Naturaleza, guiándose por sus leyes naturales. Para alcanzar la plenitud en la vida y la felicidad se debe imitar a la Naturaleza, con el cuerpo y espíritu sano, y esto se alcanza viviendo con la razón, función humana que debería tener injerencia y dominio en el resto de las actividades humanas, sujetándose (sometiéndose) a las virtudes, evitando las angustias y manteniendo un cuerpo saludable.
Decíamos en el Post CAMINAR Y LOS PERIPATÉTICOS: “Por otra parte, en la Roma antigua tenemos a Séneca, en el siglo I de nuestra era, el cual comentaba que por el amor que les tenía a las letras se había vuelto perezoso y esto le hacía descuidar su salud y su físico, lo que le indicaba que debía atender también a su cuerpo mediante el ejercicio. Decidió por lo mismo ponerse a caminar mientras leía, para no desatender su devoción, ya que de esa manera, además de quitarle la pereza le convenía a su salud”.
Consideraba a la lectura como la más importante de sus necesidades a satisfacer, ya que alimentaba su espíritu, pero no sólo debía limitarse a leer, sino que debería complementarla con la escritura; recomendaba que se combinaran alternadamente: lo que de la lectura se recoja, en la composición se utilice. Y recomendaba que el hombre debe ingerir toda clase de conocimientos y de conceptos para procesarlos y hacerlos tender a nuevas ideas.
Séneca practicaba las caminatas, leyendo, meditando, disertando o explicando algunas ideas. Durante esas caminatas filosóficas, Séneca solía arengar que no se puede controlar nada, nada de las cosas exteriores; sólo podemos tener dominio de nosotros mismos, de nuestro cuerpo. Por ello recomendaba caminar todos los días para escuchar al cuerpo físico decir lo que él no deseaba escuchar de otros. Parafraseando las exhortaciones senequistas, podríamos recomendar -lo que deberemos hacernos al final de cada día- los siguientes 3 cuestionamientos: 1) ¿He caminado hoy?, 2) ¿Cuánto pude haber caminado más?, y 3) ¿Qué pensamientos tuve y qué otras actividades realicé mientras caminaba.
Estas anotaciones las he extraído de una de las cartas de Séneca a Lucilo, titulada “Del Leer y del Escribir”; no obstante, quisiera ser un poco más enfático y profundo en la interpretación de esta carta, considerando el pensamiento filosófico, en general, de Séneca, con el único propósito de convencer a mis lectores de la importancia del sistema WALK-RWD que el propio Séneca lo transmite. A continuación expongo la relación entre su pensamiento y el sistema WALK-RWD (1).
Séneca señala 3 actividades fundamentales que están profundamente conectadas con el sistema WALK-RWD tratado durante 6 años a través del blog “WALKREADANDWRITE.COM.” Séneca, un filósofo estoico que buscaba equilibrio en todas las facetas de la vida, ofrece una reflexión sobre tres de sus actividades esenciales: caminar, leer y escribir. Cada una de ellas no solo tiene valor intrínseco, sino que también sirve para corregir, complementar y nutrir a las otras dos. En el contexto del Blog, se promueve la interacción dinámica entre caminar, leer y escribir, además la de dibujar, y esta carta tiene una resonancia particular.
Caminar: Un antídoto contra la pereza y un alimento para el cuerpo
Séneca comienza señalando cómo el caminar le ha ayudado a combatir la pereza y a mejorar su salud física. Esta noción es una confirmación filosófica de lo que ya se ha resaltado en el Blog: caminar no es solo un acto físico, sino una herramienta que permite despejar la mente, liberar tensiones y revitalizar el cuerpo. En un tiempo en que la vida sedentaria dominaba a los académicos y filósofos, Séneca recalca la necesidad de movimiento como parte de un equilibrio saludable entre cuerpo y mente. En el sistema WALK-RWD se ha promovido el caminar como una forma de vida, y este énfasis filosófico le añade una capa de profundidad al simple acto de caminar. No es solo un medio de traslación o un ejercicio físico; es una forma de movilizar el cuerpo para activar la mente.
Leer: Una ventana al diálogo y al descanso intelectual
Cuando Séneca habla de la lectura, destaca dos funciones importantes: por un lado, nos protege de la arrogancia intelectual, recordándonos que no somos los únicos ni los primeros en pensar en ciertas ideas. Esto, según él, nos introduce en un diálogo continuo con otros pensadores, permitiendo que nuestra mente evolucione a través de lo ya pensado y descubierto. En el Blog, donde he destacado de mil maneras el valor de la lectura, la reflexión de Séneca adquiere especial relevancia. La lectura es un acto de humildad intelectual, una oportunidad para escuchar otras voces, incorporar sus ideas y adaptarlas a las propias.
Además, Séneca añade que la lectura ofrece un descanso necesario del “verdadero estudio.” Aquí introduce una distinción interesante: no es lo mismo leer que estudiar, así como caminar no es simplemente un ejercicio físico. La lectura es una actividad que nos alimenta, nos permite disfrutar del pensamiento ajeno, pero sin el peso de la creación activa que conlleva escribir o componer. Para quienes hacen de la lectura un pilar fundamental, esta distinción enfatiza que la lectura no solo es preparación para escribir, sino también un espacio de recreo mental, de relajación intelectual, que evita el agotamiento creativo.
Escribir: Un ejercicio que condensa y canaliza el conocimiento
Finalmente, Séneca plantea que escribir no debe ser un ejercicio aislado, sino el resultado de la síntesis de lo que la lectura nos ha dejado. Lo que hemos absorbido, lo utilizamos en la escritura. La escritura para Séneca es un acto de creación, pero es también un proceso de destilación de ideas previamente recogidas. Esto refuerza la noción de que leer y escribir no son opuestos, sino actividades complementarias. Leer disuelve, escribir condensa. Leer expande, escribir organiza. En el sistema WALK-RWD, donde ambas actividades son fundamentales, se sugiere –al igual que Séneca- que no pueden existir una sin la otra, si se busca un proceso creativo equilibrado. La lectura nutre y diversifica las ideas, pero la escritura las concreta y les da forma.
La relación entre las tres actividades: Caminar, Leer y Escribir
Lo más interesante en esta carta es cómo Séneca entrelaza las tres actividades —caminar, leer y escribir— como partes de un todo indivisible que beneficia tanto al cuerpo como a la mente. El caminar, en su función de despejar la mente y activar el cuerpo, parece generar un espacio propicio para la reflexión y, por ende, para el acto de leer y escribir. En el blog y en el sistema WALK-RWD, donde estas tres actividades ya forman parte de un mismo esquema, esta reflexión de Séneca subraya que el verdadero equilibrio intelectual y físico se logra cuando ninguna de estas tres actividades es aislada. Caminar facilita la reflexión que se nutre con la lectura, y esta, a su vez, se condensa y encuentra su culminación en la escritura.
Séneca advierte de los peligros de limitarse a una sola actividad: solo escribir agota las fuerzas; solo leer disuelve la mente. Por tanto, ambas deben alternarse, y aquí es donde caminar entra como un tercer elemento correctivo. En el sistema WALK-RWD, donde se promueve la fusión de estas tres prácticas, más el dibujar, parece que se prefigura la idea central de la tesis de Séneca: el caminar activa el cuerpo y la mente; la lectura introduce nuevas ideas y puntos de vista; y la escritura cristaliza esos pensamientos en algo más concreto y personal.
Reflexión final
La carta de Séneca ofrece una guía filosófica que encaja a la perfección con la misión del sistema WALK-RWD. Al reflexionar sobre la interconexión entre caminar, leer y escribir, encontramos un equilibrio estoico entre el cuerpo y la mente, una integración de las actividades humanas que evita la sobrecarga en cualquier ámbito y fomenta un proceso creativo y reflexivo más saludable(2). Para quienes puedan seguir las pautas que recomiendo en mi Blog WALKREADANDWRITE.COM y los principios fundamentales del sistema ALK-RWD, esta carta de Séneca sirve como un recordatorio de que el verdadero desarrollo intelectual y físico no se logra con la dedicación exclusiva a una sola actividad, sino con la alternancia armoniosa entre cuerpo, mente y espíritu.
Imitemos a Seneca, poniéndonos a leer y escribir, mientras caminamos, y si es posible, trazando algunas imágenes que nos vengan a la mente, mientras disfrutamos de un paseo al aire libre.
(1)Loya Lopategui. Carlos, El Sistema WALK-RWD, EMULISA, México 2022. dISPONIBLE EN aMAZON, eDICIÓN kINDLE: https://www.amazon.es/dp/B0B9PCH33Q
(2) Loya Lopategui, Carlos, Caminar: del acto físico al acto filosófico, EMULISA, México, 2024. Dispoinible en Amazon, Edición Kindle: https://www.amazon.es/dp/B0DDDLHKHC