EL SISTEMA WALK-RWD Y LAS MASCOTAS. PARTE I.

Son variadas las situaciones (escenarios, circunstancias, condiciones) en los que el ser humano busca una mascota, las cuales podemos dividir en los grandes apartados siguientes:

  1. Búsqueda de compañía.
  2. Necesidad psicológica.
  3. Por discapacidad o movilidad reducida.
  4. Para protección personal.
  5. Por generosidad y compasión (por no llamarla lástima).
  6. Por otras causas y motivos menos importantes.

Algunos de ellos se pueden observar combinados (mezclados) de alguna manera, es decir, que el sólo interés de buscar compañía, podría estar auspiciado por un factor psicológico, o a la inversa, y así el resto de escenarios.

Algunas de estas condiciones se generan porque el ser humano necesita transmitir sus sentimientos, impulsos y apetitos, en términos generales, y no tiene otro ser a quien trasladarlos.

El binomio pleno (crudo, frío) de esta relación “mascotariana” es dar y recibir.

Además del factor ejercicio, que prácticamente todas las mascotas nos lo generan, unas más y otras menos, existe una gran cantidad de beneficios y servicios que nos proporcionan, siendo muy diversos, mismos que relacionamos en el cuadro siguiente, de modo genérico. No obstante, estos beneficios que se pueden obtener de ciertas mascotas, no debemos confundir con otros servicios que nos prestan en un sentido comercial o mercantil o económico.

Los perros y los gatos son las mascotas ideales y perfectas pues viven dentro de nuestras casas, las cuidamos y alimentamos como si fueran miembros de la familia, y el cariño que sentimos por ellas es recíproco.

Esos beneficios y servicios que recibimos de nuestras mascotas depende mucho de las costumbres del grupo humano a que no refiramos, sin embargo, de forma general, en el cuadro siguiente presentamos los beneficios y servicios que disfrutamos de la gran diversidad de ellas.

Desde luego que en una sola mascota no podremos encontrar todos estos beneficios; sin embargo, esta larga lista nos orienta a pensar, el por qué podemos optar siempre en tener una mascota, según la necesidad que tengamos en cierta época de nuestras vidas.

Todas las funciones que se le adjudican a las mascotas son benévolas. Sin embargo el ejercicio físico es de las más importantes, al igual que la compañía y la catarsis.

EJERCICIO FÍSICO. EL CAMINAR CON LA MASCOTA.

No cuento con información suficiente sobre el resto de los animales, aparte de los perros y los gatos, para ilustrar al respecto. El porcentaje de la relación del ser humano con el perro y el gato, es muy elevado, y fundamentalmente sobre esa estadística nos concentraremos en este tema, y no por ello dejaremos de dar algunos datos sobre otras mascotas que han acompañado al hombre y a la mujer.

De ellos dos, el perro como mascota nos ha otorgado un beneficio invaluable como “ejercicio físico”, obligado o no, en diferentes etapas de la vida [varones, mujeres, anciano(a)s y niño(a)s] siendo un beneficio muy grande, y ese ejercicio es también casi del 100% en el caminar al lado de la mascota. Así mismo, se debe tener conciencia de que en un alto porcentaje el individuo no busca el ejercicio cuando adopta una mascota, sino otros beneficios, sin embargo lo obtiene sin buscarlo.

COMPAÑÍA

Otro de los beneficios que encontramos en las mascotas, que prácticamente está generalizado en todas ellas, es su compañía. El valor “Compañía” es uno de los factores que más importancia le dan los poseedores de mascotas. Este es una respuesta inmediata y regular en todas las mascotas, aunque varía de grado según el tipo, y que invariablemente resuelve varios problemas como la falta de comunicación (incomunicación), la soledad, el aislamiento auto-impuesto, el encierro, el retraimiento social, la separación de parejas, la orfandad, la melancolía, la tristeza, la nostalgia, etc.

Entresacando a la soledad como uno de los grandes problemas que aquejan a un alto porcentaje de la población de edad mayor, aunque también la encontramos en las grandes ciudades y en edades adultas, se le intenta resolver con la compañía de una mascota.

LA CATARSIS

La catarsis –en el sentido más amplio del vocablo- que se logra con las mascotas es muy efectiva. Estudios que se han desarrollado al respecto nos permiten asegurar que una gran variedad de malestares (padecimientos, perturbaciones, alteraciones, trastornos, desarreglos) psicológicos se mejoran al tener contacto con animales y mejor con las mascotas. Muchas personas que lo han experimentado comentan: “mi mascota me sirve como terapia”. Se puede entender esto, si observamos que “su” mascota le sirve de compañía, refuerza su seguridad, le da amor, y se siente útil. Claro que las mascotas eliminan –en parte- el hastío, la soledad, el fastidio, el tedio, el desánimo, el retraimiento psíquico, los monólogos, la melancolía, el desaliento, el pesimismo, la desesperación, la nostalgia, la tristeza, hasta podríamos decir, también ayudan en la depresión, la ansiedad y la angustia psíquicas (Post futuro CATARSIS MASCOTIANA Y EL SISTEMA WALK-RWD-PARTE II).

En este renglón, la lista de beneficios efectivos es bastante grande: atención, amor, cariño, caricias, afecto, apego, ternura, amistad, interés, simpatía, aprecio, mimos, arrumacos, cuidados físicos, etc. En una sola frase se busca y se logra: “la sustitución de la compañía humana”.

LA SOLEDAD.

Quisiera decir algunas palabras sobre el concepto de la soledad. Me refiero a esa soledad que es el resultado de vivir solo(a), de sentirse solo(a), percibirse solo(a), lamentarse se estar solo(a), arrepentirse de estar solo(a), porque se añora estar en compañía, de una manera desesperante y afligirse anímicamente por no estar acompañado(a). En los posts EL CAMINAR Y LA ELECCIÓN DE LA SOLEDAD. PARTE I y CAMINAR EN SOLEDAD, UNA ANALOGIA DE VIDA, hemos mencionado que la soledad se requiere y se busca voluntariamente, en ciertos momentos del día, para dialogar con uno mismo, para meditar, o estar simplemente en silencio durante un período de contemplación irreflexiva; sin embargo, ahora me estoy refiriendo a ese estado anímico de afligirse por sentirse solo, debido fundamentalmente por estar solo, un estado de soledad psíquica.

ASPECTOS PSICOLÓGICOS.

Este es un aspecto muy amplio y difícil de validar. Las mascotas pueden reemplazar al amigo o amiga, al esposo o la esposa, al hijo o hija, al sacerdote, al psicólogo, al maestro, al jefe,… Y desde el punto de observación psicológica, se busca inconscientemente no tener respuestas negativas, reclamos, negaciones, rechazos, oposiciones, obstinaciones, o bien, poder decir, cualquier cosa, un improperio, regaño, grito, insulto, insolencia, irreverencia, provocación, a sabiendas de que no habrá ninguna censura o protesta. Desde el enfoque psicológico de la dificultad que el ser humano tiene en su relación con seres de su propia especie, en la época contemporánea –y desde siempre-, la mascota puede resultar un mecanismo compensatorio ante ese tipo de problemas de comunicación. ¿Tendrá ello una relevante relación con la responsabilidad que sienten los dueños de mascotas? Es decir, se deshacen y descargan cualquier tipo de responsabilidad por tratarse de animales irracionales, como se les ha llamado.

Difícilmente se puede lograr un diálogo con cualquier mascota, aunque algunos dueños de cotorros afirmen lo contrario. Más difícil es poder lograr una confesión o una confidencia efectivas, pero lo intentamos.

Quizás el monólogo y el soliloquio puedan canalizarse de una mejor manera. Prácticamente el 100% de las personas [varones, mujeres, anciano(a)s y niño(a)s] que tienen una mascota platican con ella. También podemos decir que quién más platica con ella es el “dueño” y no el resto de los miembros familiares.

Las mascotas, en general, requieren mucha atención constante, sin embargo, estas también sirven para aquellos creadores que no se pueden concentrar en labores de creatividad. Aspecto que parecería contradictorio, pero no es así. Creo que se debería investigar con mayor profundidad este aspecto que ayudan en la concentración creativa. Quizás algo tenga que ver con el tipo de responsabilidad que se tiene con las mascotas.

Aunado a la carencia de responsabilidad, está el esgrimir el poder (con autoridad y jerarquía) que el ser humano, casi en su generalidad y según sus propios niveles de desequilibrio emocional, trata de ejercer e imponer sobre el resto de sus congéneres; las mascotas le sirven de mucha ayuda en esa canalización enfermiza (malsana), pues lo ejercen a sabiendas que no va a haber ninguna respuesta o represalia (hostilidad), y siempre será olvidado (?) inmediatamente por la mascota.

TRASMISIÓN DE AFECTOS Y AMOR

Es indudable que el contacto que tenemos con nuestras mascotas es una transmisión recíproca de amor, afecto, ternura, amistad, empatía, y que nos coloca en una situación sana de armonía con nosotros mismos por el apoyo emocional que recibimos de ellas. Buscamos recibir afecto e interés porque lo necesitamos, porque quizás no tengamos a nadie que nos lo transmita o sea insuficiente para nosotros. Buscamos dar afecto (amor, cariño, etc.) porque nos sobra ese sentimiento o no tenemos a nadie a quien transmitirlo. En una sola frase: dar y recibir.

CAMINANDO CON NUESTRO PERRO.

Es posible también que nuestro perro nos obligue todos los días a caminar, y ello nos procura un estado extra de salud, tanto física como emocional.

Para algunos, este es el mecanismo que utilizan para iniciar una caminata, 2 o 3 veces al día.

Antes de continuar este gran beneficio que obtenemos de caminar y así cubrir lo fundamental de esta primera parte del post, quisiera comentar ciertos aspectos respecto a los perros.

La relación con ellos es de recibir y darles cariño. Sentir compañía y hacérsela sentir a ellos.

Yo en lo personal, desde chico siempre tuve mascotas, una perra, híbrida (mestiza) de collie y alemán, y gatos, varios gatos –como 5-, de los 4 a los 10 años de edad. Una vez declarada esta verdadera inclinación que tuve y que sigo teniendo, hacia los gatos y los perros, quisiera comentar lo que pienso ahora sobre nuestro afecto (apego) como especie humana, hacia los perros.

El perro es de las mascotas que hemos “educado” desde siempre para que nos hagan compañía, y para ello hemos logrado restarles parte de sus instintos, con mayor intensidad [más brutalmente (intensamente)] que con otro tipo de mascotas. Su docilidad está correlacionada con su amaestramiento y entrenamiento. Mejor se portan y obedecen, menos instintos tendrán.

Así es que, si no molestan es porque les hemos destruido sus instintos.

Si los tenemos atrapados (encarcelados) en una habitación, sus órganos y demás funciones se atrofiarán; de igual manera que le sucede al ser humano.

Así es que, si tenemos un perro, saquémoslo a pasear, caminemos todos los días al lado de ellos.

Ya he mencionado algo sobre los aspectos de la falta de tiempo y el tiempo libre (Posts EL CAMINAR Y LA FALTA DE TIEMPO PARTE I y EL CAMINAR Y EL TIEMPO LIBRE. PARTE II) y he expresado lo siguiente: “Es importante señalar el aspecto de que algunas personas sienten que están perdiendo el tiempo al caminar; que no reciben nada a cambio. En esos casos habrá que indicarles –a esas personas- que si se tiene esa sensación deben pensar que lo están aprovechando en la lectura de aquel texto o documento que no habían tenido oportunidad (o deseos) para hacerlo, o de escribir aquel poema, (¿y pasear a la mascota, es un tiempo perdido o disfrutado plenamente?”.

Si usted tiene un jardín privado donde podrá siempre disponer de él para colocar a su mascota para que se ejercite –jugando, caminando o corriendo-, haga caso omiso de ello; utilice ese espacio para que pueda su mascota realizar sus necesidades. Lo mejor para su mascota es que usted la saque a caminar y la acompañe en sus juegos y travesuras, y no necesatriamente dentro de ese jardín.

Sobra decir que con ello usted también saldrá favorecido, pues podrá CAMINAR, 2 o 3 veces al día.

Compartiré con ustedes unas estadísticas que pueden hacernos tomar conciencia de lo que sucede respecto a la relación del ser humano (hombres, mujeres, niñas y niños, ancianos y ancianas) con perros (exclusivamente) y su salida diaria para ejercitar a la mascota.

Poner una correa a su perro, es lo más aconsejable, porque aunque la mascota propia podría estar bien entrenada y educada, no podemos asegurar nada respecto a las de otras personas, y con la correa podrá al menos controlar a su propio perro.

Ciertamente cabe la posibilidad de poder leer ciertos tipos de documentos mientras caminamos con nuestro perro, el amigo eterno.

El caminar es un ejercicio que nos permite tener libertad en los brazos y manos, por lo que con una mano podría mantener sujeto con la correa a su perro, y con la otra podría dar lectura a cualquier documento, ya sea un libro o a través de un Mobile o Tablet. Inclusive podría sujetar la correa a su cinturón, para tener las 2 manos libres, y podría de esa manera, hasta escribir.

Hay que tomar muy en cuenta el tipo de mascota que tenemos para así organizar nuestras caminatas, eligiendo el lugar, el horario, etc.

Las mascotas también se cansan de caminar, trotar o correr, como “Cindy” que mostramos en seguida, que se encuentra algo agotada.

Por lo general la sacan a caminar y a jugar con sus otros pares, pero a ella le gusta pastar (pacer), es decir, comer pasto.

No todas las mascotas tienen el beneficio de obligar a su dueño a caminar todos los días. Por ejemplo, no es lo mismo sacar a pasear a un gallo

que a un elefante, o a un venado, o a una víbora.

Por cierto, esta Crotalus Dirissus Terrificus es la especie que utilizaron los antiguos mayas para representarla como uno de sus principales símbolos, que lo podemos apreciar en sus estandartes, ropajes, edificios, tapetes, esteras, murales, en casi todos sus legados culturales, que han podido llegar a nosotros. La misma que vemos en la actualidad descender de la pirámide de Kukulkan dos veces al año, el tiempo dedicado al Dios Topilzin-Ce-Ácatl que tomó el nombre de Kukulkan (Quetzalcóatl) cuando dirigió a los toltecas que invadieron por mar a los mayas, en el siglo X. Un descenso espectacular que se observa en los equinoccios de primavera y de verano, en esta pirámide en Chichén Itzá, México.

Tiempo atrás tuvimos en casa una perrita Papillón, y posteriormente a una maltés cruzada.

Imposible sacar a “caminar” a un pez, tampoco a un águila o a un búho, ni a un león o a un tigre de bengala.

No obstante lo anterior, deberemos también tomar conciencia, si decidimos adoptar un perro –para apoyar nuestras caminatas- sobre el cuidado y responsabilidades a que estaremos obligados con él, y no pensar que podremos delegar esos compromisos en otras personas, porque entonces pondremos a caminar –lejos de nosotros- a ese par de compañeros -nuestra personalidad y carácter– que siempre tratan de acompañarnos, y entonces lo harán por otro sendero, distinto al nuestro, alejados de nosotros, amén que lo harán a velocidades totalmente diferentes, por lo que los perderemos en lontananza (Post EL CAMINAR Y EL INSTINTO DE SALIR DEL LUGAR DE ORIGEN; Post futuro LA PERSONALIDAD DEFINIDA POR EL RITMO AL CAMINAR-CUERPO).

Cuando decidamos salir a pasear con nuestro perro y gato, hagámoslo pero caminando, y los 3 erguidos.

Cuando los gatos y los perros tuvieron conciencia de que el ser humano empezó a tener mayores índices de inteligencia a partir de que se irguió sobre sus 2 piernas y pies, decidieron ellos también pararse sobre sus 2 extremidades inferiores.

Ahora bien, lo que sí es verídico es que “Como ejemplo de la pervivencia en nuestra naturaleza humana, de esa necesidad totémica espiritual, el perro y el gato son esos animales que intentamos o deseamos imitar, por ello los hemos retenido como mascotas. El perro, quizás el más fácil de domesticar, o quizás lo permitió porque él mismo necesitaba de ese intercambio almático y optó por convivir con el ser humano; fiel e inseparable de su amo. Hemos necesitado de su presencia ‘totémica’ ya que deseamos imitarlo por su imperecedera e imperiosa necesidad de estar en movimiento, circulando, pero sobre todo vagando, como un instinto todavía firme en él” (Texto extraído del Post TÓTEM Y CAMINAR. PARTE I. ASPECTOS ANTROPOLÓGICOS).

El gato doméstico, todavía con su instinto semi-salvaje que aún persiste en su naturaleza esencial felina, de ser libre y del no dejarse encerrar ni domesticar; su atributo “totémico” es observado inconscientemente por su dueño, para imitarlo en su deambular libre (Post EL CAMINAR Y EL INSTINTO DE SALIR DEL LUGAR DE ORIGEN).

Ambas mascotas son el fiel reflejo de nuestro perdido nomadismo ancestral.

Finalmente quisiera subrayar que las mascotas se utilizan inconscientemente para expresar formas de ser propias, que nosotros los humano o nos atrevemos a decir, desde el afecto y amor que sentimos hasta nuestras aversiones al resto de los entes y cosas que nos circundan, que nos dan alegría, placer, enojo, animadversión, pero que no podemos o no nos atrevemos a decirlo directa y abiertamente. Una verdadera “catarsis mascotiana”. Pero de esto nos ocuparemos en la segunda parte, dentro de unos meses (Post futuro CATARSIS MASCOTIANA Y EL SISTEMA WALK-RWD-PARTE II).

P.D. Ahora en esta época del COVID19 no puedo reconocer a mis vecinos por traer todos ellos tapabocas, lo que me ayuda es que puedo identificarlos por sus mascotas, pero algunas veces no las sacan a caminar.

Ahora bien, quisiera dirigir algunas palabras para referirme a ciertos aspectos psicológicos del ser humano en referencia a su inclinación que manifiesta hacia los animales. Es decir, siempre ha existido una parte de la población humana que se ha inclinado a la protección de los animales en general, y otra parte de la misma, que no manifiesta ninguna inclinación hacia su cuidado, y podríamos decir que hasta suele ser cruel.

En mi novela DIOS VA AL PSIQUIATRA el Doctor Madera –el segundo personaje en importancia- cuando estaba seleccionando su especialidad en la Facultad de Psicología argumentaba que quería aspirar al doctorado con el firme propósito de saber a ciencia cierta cuáles eran las causas de estos dos mundos en el ser humano. Cito algunos párrafos de esta novela:

Al cabo de algún tiempo, y estando por terminar su licenciatura, Ernesto tuvo la oportunidad de ingresar al Instituto de Psicología en el área de Investigaciones sobre el maltrato hacia los animales, como ayudante de investigador.

Durante cinco años más estuvo estudiando en la División de Estudios Superiores de la misma Facultad en dicha Universidad, lo que lo mantuvo alejado de su familia. Al terminar su doctorado en Psicología, en breve tiempo le dieron la categoría de investigador titular en el área mencionada del Instituto, y, por la claridad  que mostró en sus objetivos, pronto fue nombrado Jefe de Proyecto.

Las tres líneas de investigación que Ernesto se había  planteado realizar, desde que conformó su tesis de licenciatura, estaban señaladas en su disertación doctoral e integrarían su nuevo programa de investigación.

Además de investigar acuciosamente el por qué de las diferencias entre los seres humanos respecto a su inclinación o rechazo hacia los animales, cuando éstos no le son agresivos ni perjudiciales o ponzoñosos, por encima de las actitudes traumatizantes o de temor, enseñadas y aprendidas en la infancia, profundizaría en averiguar el por qué algunos si las  introyectan y otros no.

Paralelamente, y como segunda vía de análisis y de corroboración, investigaría si era un caso de genética,  o sea, tenía que ver con los genes por los cuales se heredaba el amor hacia los animales y la necesidad de convivir con ellos durante la infancia, ya que los instintos no estaban reprimidos o lacerados todavía; y dentro de esta línea, constatar si pesaba más la cultura y el medio familiar. Además, si por la educación o por la genética, la inclinación o repudio hacia los animales estaba también determinada por la diferencia de género.

Por último, y como tercera vía de su investigación psicológica, estudiaría si los niños que requieren y aman a sus mascotas están igual de sanos anímicamente  que aquéllos a quienes no les interesan o no las necesitan; ya sea porque las ignoran o rechazan.

Lo anterior lo llevaría a poder dilucidar si esos pequeños que las aman como compañía, ya manifiestan algún sentimiento de vacío o soledad que los inclina a aceptar a los animales y protegerlos; es decir,  si esos niños,  ya padecen alguna predisposición  o debilidad anímica  que los hace requerir esa presencia, que posteriormente puede convertirse en dependencia. Habría que discernir también si niños con ausencia de amor, o maltratados, menguados en sus instintos, requieren o no a los animales; y si ¿los protegen?,  ¿o los maltratan?”

¿Será posible encontrar una respuesta a esta diferenciación?

Mientras meditemos sobre esta gran disyuntiva humana, tomemos a nuestra mascota canina e invitémosla a pasear.

Loya Lopategui, Carlos, Dios va al Psiquiatra, EMULISA, Mexico, 2009. Distribuido por Amazon, disponible en Kindle Edition.

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