EL CAMINAR Y LA ELECCIÓN DE LA SOLEDAD. PARTE I

PARTE I

La soledad se puede analizar desde 2 escenarios distintos, uno agradable y el otro desagradable.

El estadio agradable o positivo lo podemos distinguir en nuestro comportamiento buscando simplemente desarrollar ciertas actividades en la soledad, sin relación con ninguna persona, y en casos extremos fuera del contacto urbano-citadino, lo que pudiera referirse a estar solo en un lugar apartado (con parcial aislamiento), en medio de la naturaleza. En este estadio, el ser humano trata de utilizar su tiempo libre para descansar del contacto social, del condicionamiento social, de las ataduras sociales, e intenta refugiarse muchas veces en el ocio, con ningún compromiso, con nadie y algunas veces, ni con él mismo.

En este estadio, a la soledad la podemos disfrutar de varios modos, dialogando con uno mismo o bien, simplemente en ausencia de diálogo, sin pensamiento alguno, donde nuestra mente se encuentre inactiva. Difícilmente la mente humana haraganea. Existen ocasiones que uno no tolera hablar con nadie, ni con uno mismo, en las que no somos capaces de dirigirnos ni una sola palabra, no deseamos hablarnos, y por lo mismo no queremos escucharnos. Cuando estamos en este círculo de no querer decir ni querer escuchar, la caminata en soledad, sin personas al lado, sin libros, sin blocks de notas o de dibujo, es lo verdaderamente significativo, revelador y resolutivo. Así la soledad pude convertirse en 1) Disfrutar del ocio, 2) Gozar del tiempo libre, haciendo algo o sin hacer nada, 3) Simplemente perder el tiempo. Pero todas estas posibilidades sin compañía, en la soledad dominante.

El segundo estadio de la soledad, quisiera plantearlo desde el punto de vista de la libertad, y no como un estado de perturbación o desarreglo psicológico, aunque lo contenga aquel. Es un estado donde el ser humano se siente física y mentalmente inmerso en un medio absorbente, avasallante, que no le deja respirar, y desde luego, la persona siente la soledad, la hace sentirse mal al tener contacto social, y ello lo propulsa a alejarse de las personas. Es un estado anímico que lo obliga a mantenerse apartado de todo y de todos. Muchas veces el retraimiento lo lleva a una posición antisocial, que lo aleja de la sociedad y en algunos casos tropieza con la misantropía.

He recurrido a una decena de autores que han escrito obras donde explican precisamente de este binomio de “libertad-soledad”, con el objeto de esclarecer qué es lo que está sucediéndole al ser humano en la época moderna.

Además del indeterminismo, en la concepción de J. P. Sartre, opina que el hombre, en el ejercicio de su libertad se ahoga en una SOLEDAD y ésta lo deja reposar en un nihilismo total.

Para el existencialismo, la libertad implica nihilismo, angustia, vacío y una SOLEDAD del ser, lo que le define y confirma una cara contraria a la positiva. La categorización negativa corresponde a la “existencia-libre” del ser humano.

Para Dostoyevsky la libertad -al igual que para los existencialistas- es el ser mismo, dentro de una vacuidad -la nada- incierta, dentro de una contingencia indefinida y absoluta SOLEDAD.

Es en las grandes urbes –señala Georg Simmel- donde se encuentra que esa libertad de prejuicios de que goza el urbanita se convierte en un refugio en la SOLEDAD y deja de estar vinculada la libertad con el sentimiento vital de felicidad, como sinónimo de bienestar. Es decir, no siempre la mayor libertad va a garantizar un nivel o grado superior de bienestar, pues le asecha la SOLEDAD.

Erich Fromm comenta que la enorme cantidad de factores -tanto internos como externos al individuo- nos conduce a imaginar  que ellos potencializan y enriquecen el escenario en el cual la libertad participa en la generación de diversos categorías de crisis, observando que todas ellas han sido mecanismos políticos, sociales y psicológicos que el ser humano ha utilizado para evadir su propio ser de la responsabilidad en la libertad, lo que lo ha postrado como un ser amoldable, carente de significado y de importancia, acomodado en una SOLEDAD y aislamiento existenciales. Fromm trata de encontrar el significado de la libertad para el ser moderno. Implícitamente, a lo largo de toda su investigación psicológica y sociológica, se pregunta y busca la respuesta a: ¿cuándo y por qué se abandonó la búsqueda de la libertad del ser humano? Una búsqueda que está circunscrita, en parte, a que el ser en SOLEDAD no puede soportarla y trata de escapar de la responsabilidad que le representa esa libertad y esa individualidad alcanzadas. Y aunque no concluye con una proposición definitiva -como el propio autor lo comenta- nosotros podemos avizorarla como propuesta, pues deja implícito que se debe buscar otra forma de libertad que le permita -al ser humano- nuevamente no estar solo, con nuevas relaciones conduciéndole a estar junto a sus congéneres, con relaciones interdependientes y psicológicamente sanas en una nueva realidad; esta nueva realidad caracterizada por un sistema social y productivo menos opresivo que le oriente a desarrollarse de manera íntegra aceptando las consecuencias de sus decisiones y actos por haber dejado de temer -y haber rechazado- las consecuencias del uso de esa libertad.

Zygmunt Bauman expresa que toda clase de libertad tiene a la vez sus costos y sus beneficios. El deseo de libertad de cada ser individual está en función de la opresión social que recibe. La relación social obliga al individuo, limitando sus comportamientos y produciéndole una pérdida de libertad, para lo cual busca su privacidad con los costos inherentes a ello, como es la pérdida en la compartición de deseos y objetivos, temores, seguridad, protección, gustos, felicidad, y otros más. El temor y rechazo a la opresión se equilibra con el temor a la SOLEDAD -al aislamiento- que resulta del logro por obtener la privacidad.

Se consigue un equilibrio permanente entre el deseo de libertad, para estar en soledad, y el deseo de la relación social; el grado de logro de una, se combina equilibradamente con el resultado o grado alcanzado por la otra, lo que podría entenderse que a mayor aislamiento –o soledad- mayor libertad, y viceversa. Los grados de una y otra cambian en diferentes sociedades, así como en las distintas épocas.

Krishnamurti recomienda, en repetidas ocasiones que el individuo debe tomar una actitud -por él mismo- decididamente responsable, a fin de liberarse de los condicionamientos externos, temas que son innumerables y entre los que sobresalen: la sociedad absorbente y opresiva, el desconocimiento de sí mismo, las creencias, el miedo, los deseos, el aislamiento y la SOLEDAD, el pensamiento y el conocimiento, el autoengaño, el egocentrismo, el poder, el patriotismo y el nacionalismo, la competencia y el sufrimiento, la guerra, el tedio y el interés, el odio, la crítica y la autocrítica, las religiones y la creencia en dios, la memoria, la sexualidad, la mentira, la muerte; pero sobre todo buscar la fuerza interior para liberarse de su yo consciente, entidad que se ve condicionada desde el primer día de nacimiento. Ese poder interior se refiere a la comprensión del “mí mismo”.

Benjamín Gibbs le otorga un énfasis especial a las ideas de J. S. Mill, las cuales engloba en el “liberalismo romántico” que “es la doctrina que profesa que las restricciones y las represiones impuestas por la sociedad impiden al individuo desarrollar y ejercer sus disposiciones y aptitudes innatas; profesa que el hombre ha sido solitario e independiente por naturaleza, sólo que se le ha maniatado y esclavizado a través del ardid de las leyes, costumbres y sistemas económicos” Sus opiniones se centran en el estudio que realizó en el ensayo de este autor “On liberty”, escrito en 1859. El análisis del pensamiento de Mill lo lleva a examinar otros conceptos relacionados con la libertad, además de la necesidad y responsabilidad, como son la SOLEDAD, la tolerancia, la utilidad, la autonomía y por ende la heteronomía, el escepticismo moral, el positivismo Comteano, los valores éticos, etc.

Paul Eluard en una de sus estrofas de su poema “Libertad”, dirigéndose a la Libertad, le expresa:

En la ausencia sin deseo

en la SOLEDAD desnuda

en las escalinatas de la muerte

escribo tu nombre.

Llano Cifuentes, respecto a la libertad y la individualidad afirma que la vida actual además de masificar al hombre también lo frustra por la profunda SOLEDAD que lo caracteriza dentro de la masa.

Michel Foucault nos expresa: La arquitectura penitenciaria se desarrolla en los siglos XVIII y XIX, por toda Europa, como parte del sistema estatal para castigar, y con el firme propósito de manifestar la fuerza del soberano. Existían tres formas de detención: la prisión, como encierro simple; la gêne, restringiendo los alimentos y la luz, y aumentando el índice de SOLEDAD; y el calabozo, en donde estas medidas se incrementaban extraordinariamente.

El autor describe el sistema funcional y los principios básicos de varias de las prisiones que se edificaron en Europa, modelos como el de Rasphuis y el Spinhuis de Ámsterdam, el correccional de Gante y el de Filadelfia. Expone los diferentes principios que fundamentaban a dichas instituciones carcelarias: el trabajo obligatorio, la duración de las penas, la ociosidad como causa fundamental de la delincuencia, etc., lo que despertó una inquietud de fomentar cierta pedagogía del trabajo en los sistemas carcelarios.

En cualquiera de los modelos, se trataba -con ciertas variantes- de corregir y modificar la forma de conducta que habían tenido, corrección que siempre implicaba el producir individuos sometidos “reconstituir el sujeto jurídico del pacto social, o formar un sujeto de obediencia…”

Anthony de Mello nos propone hacer a un lado los miedos y las fantasías para poder vivir la realidad que se nos presenta y poder desarrollarnos integralmente como personas libres y completas. De Mello coincide con la opinión de otros psicólogos y sociólogos en que el hombre le tiene miedo a la libertad, al igual que a la SOLEDAD y a la felicidad, y prefiere convertirse en esclavo de ideologías y esquemas mentales antes que tomar el “riesgo de volar” por cuenta propia, es decir, con ideas personales y sin ataduras. E incluso puntualiza: “nos atamos voluntariamente, llenándonos de pesadas cadenas y luego nos quejamos de no ser libres  […] Nos hemos acostumbrados a la cárcel de lo viejo y preferimos dormir para no descubrir la libertad que supone lo nuevo. […] ¿Quién te tiene que liberar si ni tú mismo eres consciente de tus cadenas?”.

De Mello considera que estar despierto es el requisito para poder alcanzar la libertad, pero también para poder ejercerla y transmitirla, aseverando que la única experiencia que verdaderamente vale la pena en la vida es la de lograr despertar. Asimismo, identifica, congruente con las ideas budistas, que la fuente del sufrimiento está en los deseos, que dentro de la tradición oriental se denominan apegos. Esto es, deseos estériles que terminan por ofuscar la conciencia y producir obsesiones que no llevan a nada positivo, sino a mantenernos dormidos. Por definición, cuando un deseo intrascendente se convierte en compulsivo y se dirigen todas las fuerzas en lograrlo, porque se cree que al realizarlo se logrará la felicidad, es en realidad un apego, el cual no se quiere o no se puede hacer a un lado, porque se cree que sin él jamás se podrá conquistar la felicidad. Pero, como el autor nos recuerda, que la felicidad está en función de la libertad interior (en SOLEDAD y en sociedad) y de la verdad, en realidad, vivir con esos apegos, nos lleva al sufrimiento, pues “la gente insegura no desea la felicidad de verdad, porque teme el riesgo de la libertad y, por ello, prefiere la droga de los deseos”, que los mantiene dormidos.

Carlos Loya en su poema Liberéstula, en una de sus estrofas, dirigéndose a la Libertad, le expresa:

  • Derrotada por el tiempo
  • emancipada por el mismo dolor
  • acompañada por el fuste,
  • eres la expresión objetivada
  • con los ojos entornados
  • -mirando sin ver-
  • Ninfa en la elevación
  • eres la oda griega
  • la proclamación sonriente
  • te embriagas en la SOLEDAD;
  • la arquitrabe te da continuidad
  • epistilo del sustento que extrae
  • esas versificaciones del ocaso,
  • aún con tu silueta diluida
  • no existe en ti la confusión.

Continuaremos en pocos días con la Parte II, mientras caminemos en soledad para sentir otra perspectiva del mundo y de la vida.

Post PARTE II. EL CAMINAR Y LA ELECCIÓN DE LA SOLEDAD.

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