“Caminar, un eterno retorno a nuestros orígenes y un constante avance hacia nuestro destino.”
El caminar se relaciona estrechamente con el arquetipo del Eterno Retorno (1) de diversas maneras, ya sea como un ciclo repetitivo, una conexión con el pasado o un símbolo de renovación y cambio.
Esta práctica ancestral y natural del ser humano nos puede proporcionar también una perspectiva metafórica sobre la naturaleza cíclica de la vida y la importancia de seguir adelante, a pesar de las repeticiones aparentes en nuestra existencia (Posts EL CAMINAR COMO PRÁCTICA FÍSICA Y COMO ALEGORÍA; CAMINAR, UNA METÁFORA EXISTENCIAL. PARTE 1 DE 4).
El arquetipo del Eterno Retorno, sugiere la repetición cíclica de eventos en la historia o en la vida personal, y puede relacionarse indefectiblemente con el acto de caminar de varios modos, como lo explico detalladamente en seguida.
Uno de los aspectos más evidentes es la idea de que, a través del caminar, repetimos un ciclo similar cada vez que damos un paso. Cada paso adelante nos lleva a un nuevo punto en el camino, pero también nos acerca al punto de partida en un ciclo continuo. Esto puede simbolizar la idea de que, aunque avanzamos en nuestras vidas, también volvemos al mismo lugar físico o emocional de donde comenzamos, creando así una sensación de repetición y continuidad.
Otra forma de observar esa analogía, es que el caminar puede verse como un acto que nos conecta con el pasado y con las generaciones anteriores. Muchas rutas y senderos han sido utilizados durante siglos, y al caminar en ellos, estamos siguiendo los mismos pasos que aquellos que los caminaron antes que nosotros. Esto puede evocar la idea de que estamos repitiendo los pasos de nuestros antepasados, manteniendo viva una tradición ancestral.
Un tercer aspecto, es que el acto de caminar también puede representar la idea de renovación y rejuvenecimiento. Cada vez que damos un paso, estamos creando un nuevo momento en nuestra vida, dejando atrás el pasado y avanzando hacia un futuro desconocido. Esta idea de renovación constante puede asociarse con la noción de que, aunque la vida puede parecer repetitiva, siempre hay espacio para el cambio y la transformación.
Veamos someramente su relación con lo arquetípico y lo espiritual.
Carl Gustav Jung, el psicólogo suizo y fundador de la psicología analítica, sin duda encontraría interesante la relación entre el arquetipo del Eterno Retorno y el acto de caminar. Para Jung, los arquetipos son patrones universales e innatos que forman parte del inconsciente colectivo de la humanidad y que influyen en nuestro comportamiento y experiencias.
“En cada paso, el caminante revive el pasado y se proyecta hacia un futuro infinito, en un eterno retorno.”
En el contexto del Eterno Retorno y el caminar, Jung podría interpretar esta conexión como una manifestación del arquetipo del viaje o la búsqueda. El caminar, en este sentido, representaría el viaje de autodescubrimiento y transformación que cada individuo emprende a lo largo de su vida, volteando hacia el pasado y mirando hacia el futuro.
Cada paso dado en el camino simbolizaría un avance en este viaje interior, donde el individuo se enfrenta a sus miedos, descubre nuevas perspectivas y se renueva constantemente.
Además, Jung podría ver en el acto de caminar una expresión de la dualidad de la naturaleza humana, donde cada paso adelante también implica un retorno a nuestras raíces y a lo básico. Esto reflejaría la idea junguiana de la integración de los opuestos, donde el individuo busca equilibrar las diferentes facetas de su ser para alcanzar la totalidad.
Jung probablemente consideraría la relación entre el Eterno Retorno y el caminar como una expresión simbólica profunda de la condición humana, donde el individuo se embarca en un viaje constante de autodescubrimiento y crecimiento, enfrentándose a la repetición y la continuidad de la vida mientras busca alcanzar la totalidad y la integración de su ser.
Mircea Eliade, el destacado historiador de las religiones y filósofo rumano, tendría una perspectiva espiritual interesante sobre la relación entre el Eterno Retorno y el caminar. Para Eliade, el Eterno Retorno es un concepto fundamental en muchas tradiciones religiosas y mitológicas, que representa la idea de que los eventos cósmicos, históricos y personales se repiten cíclicamente.
En el contexto del caminar, Eliade podría interpretar esta práctica como un acto ritualístico que nos conecta con lo sagrado y lo trascendental. El caminar, en muchas tradiciones religiosas y mitológicas, es un elemento importante en rituales y peregrinaciones (2) (Post EL PEREGRINAR, UNA PRÁCTICA ANTIGUA DE CAMINAR), donde se busca alcanzar un estado de conciencia superior o comunicarse con lo divino. En este sentido, cada paso dado en el camino podría verse como una forma de participar en el Eterno Retorno, donde el individuo se une al ciclo cósmico de la “creación-la destrucción-y un reinicio”.
Además, Eliade podría destacar el aspecto iniciático del caminar, donde el individuo atraviesa un proceso de transformación y renacimiento al recorrer un camino sagrado. Cada paso dado en el camino podría simbolizar un paso hacia una nueva comprensión de sí mismo y del mundo que lo rodea, en línea con la idea de que el Eterno Retorno implica no solo la repetición de eventos, sino también la posibilidad de renovación y cambio.
“El caminar, un ritual de renovación donde el Eterno Retorno se manifiesta en cada sendero recorrido.”
Esta perspectiva resalta la importancia del caminar como una práctica que trasciende lo físico y se convierte en una experiencia espiritual y existencial profunda.
Los invito a caminar sosteniendo a ese ser arquetípico-ritualista con nuestras dos manos, una, su parte ancestral y por la otra, su parte espiritual-creativa-artística. Respondamos apropiadamente a Prometeo cuando rompió sus cadenas y le reveló al ser humano de aquellos ancestrales tiempos que su misión insoslayable que debería realizar eternamente, era: “Caminar sobre el Planeta Tierra” (Posts CAMINANDO CON PROMETEO DESENCADENADO; EL CASTIGO DE PROMETEO Y SU ASCENDENTE PSICOLÓGICO. ASPECTOS NEUROCOGNITIVOS).
(1) El arquetipo del Eterno Retorno, profundamente arraigado en el inconsciente colectivo, refleja la idea de que los eventos y situaciones en la historia siguen un ciclo repetitivo. Este arquetipo propone que ciertos acontecimientos, patrones y experiencias se repiten tanto en la vida individual como en la colectiva, y que estos ciclos pueden ser inevitables o escapar al control humano. Se trata de una proyección psíquica que alude a la repetición periódica de determinados hechos y circunstancias en la existencia humana. Así, este arquetipo sugiere que ciertos aspectos de la experiencia humana tienden a manifestarse una y otra vez, sin importar las particularidades de cada situación.
(2) Loya Lopategui, Calos, El Camino de los Milagros, EMULISA, México, 2024. Disponible en Amazon, Edición Kindle: https://www.amazon.es/dp/B0DH2V4VCF