Antes de adentrarnos en el tema biunívoco de instinto-caminar, respondamos las 3 preguntas siguientes: ¿Qué es un instinto? ¿Cuáles son los instintos que tiene el ser humano? ¿Cómo se clasifican los instintos?
El instinto es un comportamiento ingénito en el ser humano y por ende su origen no es el resultado de aprendizajes en el tiempo; es decir, la conducta instintiva no es una respuesta al raciocinio ni a la reflexión, inclusive se diferencia de la intuición que también es una función humana que está alejada de la voluntad y el razonamiento. El instinto es la capacidad que tienen los seres vivos que los faculta e impulsa naturalmente para desarrollar una acción de modo espontáneo sin que intervenga el raciocinio, ni la conciencia ni la voluntad.
Veamos cuáles son los instintos humanos, a fin de conocer y podernos concentrar en aquellos que tienen una relación directa con el caminar. Para ello debemos considerar una clasificación pertinente.
Se antoja someter a un análisis los pros y los contras de las diferentes teorías que del instinto se han formulado; sin embargo, no pretendemos destacar cuál de todas ellas es la más acertada, o la más aceptable.
Dos posiciones que han tenido vigencia hasta nuestros días, y que en sí contienen representatividad extrema: una de esas perspectivas rebaja al instinto sometiéndolo a la razón, y la otra, considera que el instinto se manifiesta sin ataduras, libre respecto al raciocinio y con un valor intrínseco impermutable. Aunque no nos detendremos a dilucidar la validez de una con respecto a la otra, s+i sostenemos que aun resultando el instinto una inteligencia degradada, seguiría vigente nuestra postulación de orientarnos a su fortalecimiento y rescate como una de las vías más sanas para que el ser humano se desarrolle plenamente, de acuerdo a su naturaleza prístina.
Una clasificación ejemplar es la que divide a los instintos en básicos y vitales; considerando a todos ellos fundamentales para el desarrollo pleno del individuo.
Los instintos básicos, son:
- Instinto de Supervivencia o sobrevivencia
- Instinto de Reproducción y Perpetuación de la Especie
Los instintos vitales, son:
- Instinto de preservación o conservación.
- Instinto de realización personal, espiritual, ciencia y arte.
- Instinto del cuidado del yo mismo.
- Instinto de huir y escapar ante el peligro, o de rechazo y repulsión a la agresión.
- Instinto de territorialidad.
- Instinto de la curiosidad e indagación.
- Instinto Sexual o de Procreación.
- Instinto Eros o de vida.
- Instinto Tánatos o de Muerte (Agresión e ira).
- Instinto de salir del vientre materno.
- Instinto de salir del lugar de origen.
- Instinto mitológico-religioso (tradiciones y ritos).
- Instinto de defensa, protección, seguridad y alerta
- Instinto de sumisión y resistencia a la agresión y el peligro
- Instinto a la soledad
- Instinto de repulsión a lo desconocido
Como puede observarse, algunos de ellos se confunden dentro de otros; sin embargo, decidí mencionarlos todos para ser más ilustrativo.
El ser humano nace con una programación instintiva, es decir, nace con todos estos instintos pero algunos de ellos aparecen y se manifiestan desde que nacemos, inclusive desde el vientre materno, pero otros se van incorporando a medida que nos desarrollamos.
El instinto de procreación, aunque se tiene guardado en la parte biológica-celular, éste aparece hasta cierta edad, cuando los órganos reproductores –tanto de la mujer y del hombre- alcanzan su madurez (La edad adecuada) para funcionar como tales. No así el de territorialidad; éste se desarrolla desde el vientre materno.
Debo señalar que algunas clasificaciones demeritan su crucial y trascendental importancia, ya que incluyen los bajos instintos.
Brevemente quisiera comentar sobre la necesidad que ha tenido el ser humano de vivir en sociedad que la han confundido con un impulso natural. Podemos afirmar, de manera sumaria, que el hombre no es un ser social por su condición natural. El hombre es un ser sociable por necesidad. No se inclina, por su condición natural, a reunirse con otros seres de su propia especie, sino que se ve impulsado a socializar por estímulos externos, por buscar una protección, mayor fuerza dentro de un grupo para defenderse, para buscar alimento, para preservar la especie. No existe ese instinto en el ser humano que lo impele a ser social. Es un equívoco pensar que por su propia esencia, el homo sapiens es un ser sociable.
El instinto de salir del lugar de origen se gesta en dos fases temporales; una es cuando el feto sale del vientre materno, como un ser individual, y la otra fase es cuando alcanza cierta edad en la adolescencia que se manifiesta con el deseo de salir del lugar donde se ha desarrollado la mayor parte de su edad temprana.
Me gusta comentar lo del feto en el vientre materno porque es muy explicativo de lo que le pasa al ser humano cuando requiere salir de su lugar de origen. Es una segunda etapa del ser que alcanza su edad –a los 11-15 años- y requiere ser expulsado de ese segundo vientre formado por los padres, los familiares, el lugar, etc., para poder alcanzar ese nuevo ambiente vital y respirar por sí mismo. Repito lo que mencioné en el Post EL CAMINAR Y EL INSTINTO DE SALIR DEL LUGAR DE ORIGEN: “El salir a caminar no sólo es un impulso físico para ejercitar el cuerpo y dar movimiento a la mente, sino que tiene relación estrecha con algo mucho más profundo del alma: salir para fortalecer la personalidad individual. Ese salir a caminar es una metáfora del inconsciente que busca el sano despertar de la personalidad del ser. La salida del lugar de origen oportunamente –a cierta edad- permite desenvolverse mejor y buscar una personalidad propia. Definitivamente esta es una acción que todo ser humano –hombre y mujer- debe llevar a la práctica por sí mismo, como decisión propia y alentado por los padres”.
“La salida del lugar de origen oportunamente –a cierta edad- permite desenvolverse mejor y buscar una personalidad propia. Esto no es una mera recomendación por mi parte, sino que esta es una necesidad natural del ser humano para lograr su propia personalidad y que no se vea frustrado, en su futuro inmediato, por no realizar esa salida con oportunidad. (Post Futuro EL CAMINAR Y LOS INSTINTOS). Sin embargo, buscar obtener una re-integración de la personalidad que se pierde por vivir cómodamente dentro del seno familiar, después de cierta edad: Después de haber pasado nuestra juventud, donde la injerencia de la participación de la casa paterna –los padres, la familia y los educadores- que han evitado un sano desenvolvimiento de la personalidad, es bastante complicado desde el punto de vista psíquico y conductual”.
“Desde luego que esa salida no debe realizarse antes de cierta edad cuando el ser no puede sustentarse por sí mismo; ni después de cierta edad, donde la personalidad ya sufre distorsiones, impidiéndole su desarrollo autónomo, y la labor inconsciente que se debe llevar a efecto por medio de esta partida (evasión, ausencia), resulta lacerante para la persona que no logra hacerlo oportunamente”.
También es posible que sea cierto de que en ambos escenarios al ser humano le surgen los deseos de regresar, tanto al seno materno como al lugar de origen, pero esto no lo podemos asegurar. Buen tema para que alguien lo investigue y desarrolle.
En varios posts he mencionado que sólo se requiere dar el primer paso, colocándose en el sendero, como el simple mecanismo que se requiere para entusiasmarse y quitarse la pereza. Algunos estudiosos del caminar mencionan este “dar el primer paso” en diferentes contextos para poder señalar y promover sus beneficios y “productos”, y resulta cierto en la gran mayoría de los temas contendidos (emprendidos). En nuestro caso, el lograr dar el primer paso es poder despegarnos de donde estamos arraigados (enraizados); enraizamiento (arraigamiento) que se establece en el estado anímico demeritado del ser.
Este arraigamiento crónico lo explicamos en ese Post EL CAMINAR Y EL INSTINTO DE SALIR DEL LUGAR DE ORIGEN, y una de sus manifestaciones es ciertamente que no tenemos ganas de caminar.
El caminar es un símbolo indubitable (indudable, incuestionable, innegable, irrefutable, incontrovertible) del avanzar, de desear llegar a algún lugar, sea físico o sensitivo-sentimental (laboral, familiar, profesional, social); y si no podemos dejar nuestro lugar de origen es porque tenemos miedo –entre otras negaciones de la personalidad- e invalidamos (y frustramos) uno de los instintos más importantes del ser.
Por otro lado, el instinto de territorialidad no es quedarnos en un lugar, sino buscar ese lugar fuera de donde estamos enraizados. Un nuevo lugar para buscar nuestro propio y particular desarrollo, físico, mental y espiritual. Una planta o arbusto que se encuentra triste requiere que se le arranque de la tierra donde está sembrado y trasladarlo a un lugar donde pueda florecer. Así el ser humano, es necesario, a cierta edad, arrancarlo de su lugar, y llevarlo a otros parajes donde pueda desarrollar todas sus capacidades.
El caminar también tiene este otro “producto”, además de los beneficios que se hemos señalado y descrito con antelación.
Concentrémonos en aquellos instintos que el caminar tiene efectos directos, como el instinto de territorialidad, el de salir del lugar de origen, Instinto de huir y escapar ante la agresión y el peligro.
Todos ellos –los instintos- se ven cultivados, favorecidos (fomentados), ejercitados, desarrollados y conservados por el caminar, sin embargo, también el no caminar los impide, los reprime, los restringe, los aminora, les impide desarrollarse plenamente, y algunas veces los cercena, y el resultado a futuro es tener un ser yermo (estéril) (Ensayo Pueblos sin Instinto *). Como hemos mencionado en el mismo Post EL CAMINAR Y EL INSTINTO DE SALIR DEL LUGAR DE ORIGEN, si no se atiende ese instinto de salir del lugar de origen, la personalidad del individuo puede llegar a atrofiarse y difícilmente se logrará llegar a tener una personalidad correcta y acabada de modo satisfactorio (consumada).
“La libertad, física y mental, nace con el mismo ser humano, es inherente a él. Cualquier acción en contra de ella se ve reflejada en un retroceso en la evolución de la especie.
Estas involuciones invaden las diferentes esferas psicomotrices, las cuales se ven impactadas restándole al ser humano aptitudes de tipo fisiológico, psíquico, emotivo e instintual, tanto en su nivel individual como colectivo.
No se podría distinguir con certeza en cuál de estas esferas es más fuerte el impacto de la pérdida de libertad, sin embargo, debemos revisar aquella donde pueden provocarse lesiones cuyo daño no es fácilmente reversible, o bien que ponga en peligro la existencia del ser humano, al atacar su instinto de reproducción y de supervivencia como pueblo y como especie.
El sentido de adaptación como opción de sobrevivencia ha sido una de las vías que ha mostrado mayor daño a la raza humana; la sumisión al dogma juega un papel determinante en la supresión de los instintos vitales, y con ello en la prolongación del estatuto de servilismo y de estancamiento secular que actualmente muestran los pueblos” (Pueblos sin Instinto *).
EL CAMINAR COMO EXPRESIÓN DE UN INSTINTO SUPERIOR.
Ahora bien, quisiera argumentar ciertas ideas tratando de sustentar y validar que el caminar es una actividad fundamental del ser humano (Post futuro CAMINAR, EL MOTOR DEL RESTO DE LAS ACTIVIDADES PSICO-FISIOLÓGICAS), una actividad superior, es una meta-actividad. El prefijo “meta” es para denotar su estado de «superioridad» y de «trascendencia» que tiene sobre otras actividades naturales del ser humano.
Si nos remontamos al pasado, donde los homínidos no se trasladaban de un modo erguido, podríamos preguntarnos sobre ese caminar “instintivo”.
¿Estaban sin poder desarrollar esa actividad instintual?
¿Se irguieron para desarrollarla plenamente y el resto de los instintos?
¿Por una razón natural adquirieron esa capacidad y por ello se irguieron?
Estos cuestionamientos abren otros cauces de investigación para el futuro, que trataré de responder en el Post futuro CAMINAR, EL MOTOR DEL RESTO DE LAS ACTIVIDADES PSICO-FISIOLÓGICAS. Por lo pronto, en el aquí y ahora, pongámonos a caminar para fortalecer nuestros instintos, tanto los básicos como los vitales.
(*) Loya Lopategui, Carlos, Pueblos sin Instintos, EMULISA, México, 2022.