Es muy común, cuando estamos llevando a cabo el método, que nos cuestionemos sobre ¿cuánto tiempo llevo caminando? Y siempre sucede que sentimos que ha transcurrido menor tiempo del que verdaderamente pasó. El tiempo trascurre a una velocidad mayor de lo que creemos al estar inmerso en nuestra caminata, pues es similar a lo que sucede en la práctica del Zen. Por lo general, el reloj nos distrae, pero abstraídos en nuestras actividades articuladas a la caminata, ni siquiera lo sentimos transcurrir; y si ponemos la alarma, la oímos con nuestros oídos pero no la hacemos consciente; seguimos embelesados (abstraídos) en nuestras actividades mientras caminamos.
Sobre la meditación he escuchado la recomendación de que es preferible realizarla por la mañana, apenas se asome el sol; por mi propia experiencia, puedo afirmar que en cualquier momento del día, nuestro método alcanza los niveles mentales y sensoriales óptimos de la meditación, en cualquiera de sus formas aprobadas, pues las ansiedades y preocupaciones que tenemos, se esfuman inmediatamente de nuestras mentes, dando lugar a un estado de éxtasis tal, que nos sentimos suspendidos en el tiempo y en el espacio.
Una recomendación más que los expertos en meditación aconsejan es no practicarla inmediatamente después de las comidas, para que el cuerpo pueda digerir correctamente los alimentos, sugiriendo un descanso de 1 a 1 ½ horas. Por el contrario, el método de leer, escribir o dibujar mientras caminamos recomienda, para el logro de diversos objetivos, precisamente el caminar después de comer; logros que se cuantifican puntualmente en cada una de esas caminatas después de tomar los alimentos.
El estado físico y mental que genera el sistema es semejante al “bucear” dentro de un libro: los ruidos se apagan, nuestro cuerpo se suspende, el tiempo se detiene, las luces bajan de intensidad; el éxtasis total.
El sistema te introduce en ese éxtasis, sin darte cuenta.
Los invito a leer: “EL CAMINAR, LA MEDITACIÓN Y LAS ONDAS CEREBRALES“.