Para poderse concentrar en la lectura o escritura no se requiere esforzarse, únicamente se debe dar el primer paso caminando y abrir una página del libro seleccionado o empezar a escribir las primeras palabras, lo demás vendrá por sí solo.
Al dar el paso inicial y leer las primeras palabras se genera una fuerza tan poderosa que nos hace continuar haciéndolo, de una manera motivada y sin detenernos.
Una vez que iniciamos el proceso nos olvidamos de todo y nos abstraemos de tal manera que no sentimos correr el tiempo.
Quizás lo difícil sea sólo el momento en que tenemos que tomar la decisión de caminar e ir al sendero para dar el primer paso; porque después, estando en el proceso ya nos sentimos animados a realizar esas actividades. ¿Qué debemos (podríamos) hacer para que no nos dé pereza, desidia o dejadez en el inicio de cada caminata?
Para lograr liberarme de la desidia y la dejadez he utilizado diversas formas que a continuación las menciono, sin embargo, mi experiencia me dice que lo más importante y que nunca falla, es colocarme en el sendero y dar el primer paso.
- Creer en uno mismo
- Seguridad en sí mismo
- Cambiar de enfoque o de perspectiva
- Amor a uno mismo
- Autoestima elevada
- Cambiar los focos (o núcleos) de atención (o de interés, de ánimo)
- Pensar en lo que voy a leer
- Saber que voy a poder escribir
- Sentirme bien conmigo mismo
- Mi cuerpo me lo agradecerá
- Voy a poder leer ese documento que he postergado
- Podré escribir el texto que he estado evadiendo
- Terminaré de escribir las conclusiones de aquel ensayo que he pospuesto indefinidamente
- Contemplar la naturaleza
- Sentirme libre caminando
- Etc.
Son muchísimas las tomas de conciencia y buenos propósitos que nos hacemos al escuchar nuestra voz interior. En general, hay que aceptarnos a nosotros mismos, tal como somos en realidad; cuidarnos y protegernos en todos los aspectos del vivir; y amarnos interiormente. Nuestros pensamientos deben ser siempre positivos y de confianza en nosotros mismos.
El sistema por sí mismo cambia la pereza y la apatía de realizar alguna de las actividades que involucra, por el deseo de llevar a efecto otra; es decir, intercambia la desidia de leer por el gusto de caminar, y a la inversa; así una actividad siempre impulsa a realizar las otras.
Tengamos presente que la pasión es una respuesta de satisfacción intrínseca y profunda de nuestro yo íntimo, que le otorgamos a una actitud positiva de esa búsqueda de bienestar y gozo.
Respecto al amarnos interiormente debemos tener presente que si no nos amamos a nosotros mismos no podremos amar las cosas que hacemos, ni las cosas que deseamos realizar: podremos desear llevarlas a cabo pero no las amaremos verdaderamente. Esto también rige para con nuestros congéneres: sólo amándonos a nosotros mismos podemos amar a otras personas.
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