CAMINAR, UNA METÁFORA EXISTENCIAL. PARTE 3 DE 4.

En la actividad de caminar, sé que puedo iniciar, detenerme o reiniciar, si lo deseo, en varios puntos del sendero, también puedo en cualquier momento, si así lo decido, modificar el sentido o el trayecto, inclusive cambiar el mismo sendero.

Lo mismo puedo hacer con mi vida.

Demos inicio a una analogía que tiene incidencia en la toma de decisiones, el cambio, transformación, perturbación, transición, renovación y evolución en nuestras vidas.

¿Por qué razón no habría de iniciar una caminata? Existen diversas razones; unas poderosas, invencibles, y otras triviales, débiles; una ordinaria sería ¡Porque está lloviendo! Para algunos, por el solo hecho de que esté nublado el cielo, ello los cohíbe a hacerlo, los persuade a no iniciar una caminata.

Si deseamos vivir plenamente la vida, tenemos que levantarnos de la cama todos los días con el ánimo arriba y luchar con nosotros mismos para enfrentar todos los aspectos negativos, desde que amanece, transformando los malos enfoques, para sentir y pensar positivamente. Recordemos que debemos avanzar hacia adelante, es decir, con alegría, amor, aprobándonos, con orden, con humildad, con cariño, con delgadez, con salud, siempre aceptándonos a nosotros mismos.

Puedo observar sobre el camino, a cierta distancia, que este se divide en dos, pues veo una bifurcación. De inmediato pienso: cuando llegue ahí tendré que elegir por cuál de las dos vías continuaré mi caminata.

En la vida cotidiana, continuamente tenemos que elegir por distintas opciones; y ello puede o no significar un cambio significativo. Debemos estar alertas para poder y querer transformarnos y tomar las decisiones más acertadas y convenientes.

Cada piedra en el camino puede detenerme, y provocar en mi caminata, un cambio de velocidad, de ritmo, de cadencia, de compás, etc., y ello puede significar y generar una perturbación en mi caminar. Debe aprovecharse cada piedra en el sendero para tomar conciencia de que cada una puede representar un cambio positivo, siempre positivo.

Sigamos adelante por la vida con sentido correcto, positivo, de “ver hacia adelante”; y hacia atrás únicamente para analizar nuestras experiencias personales. Evitemos las barreras y los obstáculos en el trayecto, enfrentándolos o evadiéndolos. Veamos las perturbaciones existenciales de modo positivo y aprovechemos las oportunidades vitales.

Cuando se llegue a la bifurcación, irremediablemente se tendrá que tomar una decisión, y ello representará una desviación, o sea, un cambio.

Esa bifurcación es análoga a los sentimientos que tenemos sobre las cosas que no deseamos cambiar. Aceptemos y confrontemos las transiciones.

Ahora que estamos cerca de ese punto de la bifurcación, observamos que son dos caminos semejantes; sin embargo, al acercarnos más nos damos cuenta que ambos tienen indudablemente sentidos diferentes, uno se dirige hacia el Norte y el otro va hacia el Este.

Además, al acercarnos a la bifurcación observamos que uno se introduce en los bosques, mientras que el otro se mantiene en una zona sin vegetación, uno se ve que se pierde a lo lejos, cerca de las montañas, mientras que el otro llega a un lago; probablemente uno sea más sinuoso que el otro, uno con pendientes y el otro más plano, uno con más escollos que el otro.

En la vida cotidiana nos gustaría tener una bola de cristal que nos indicara con certeza qué tipo de cambio o por cuál avatar debemos orientar nuestra existencia. Esa esfera de cristal de cuarzo que usan los magos para adivinar los eventos futuros. Cuál paso debemos dar para reorientar nuestra vida. Ese primer paso es el más importante porque estamos decidiéndonos por una renovación.

Ahora estamos detenidos, descansando en el punto preciso de la bifurcación y no tenemos más remedio que optar por uno solo de ellos.

Una vez que nos hemos puesto en marcha sobre cualquiera de los dos senderos bifurcados, los pies seguirán caminando sin detenerse, buscarán su ritmo, su compás, y se desplazarán a una velocidad acompasada con el resto del cuerpo físico y de la aceptación mental que acaba de decidir realizar el cambio de dirección; se estaba caminando con dirección NorEste y se cambió al Norte.

Ahora no nos queda más que continuar caminando por ese sendero con nueva dirección.

Todos nuestros temores, ansiedades, pretextos, resistencias mentales, deberemos conciliarlos, conciencializarlos, para actuar con responsabilidad y libertad, con nuestro mayor esfuerzo, en las diferentes tareas que trae aparejado a un nuevo avatar en nuestras vidas. Dispongámonos a cambiar.

Después de reiniciar nuestro caminar por el nuevo sendero elegido, con sentido Norte, y en una pequeña curva que descendía nos topamos con un puente que atraviesa un pequeño riachuelo. El puente es viejo y está muy deteriorado, es recomendable a todas luces no pasar sobre él y debo cruzar el arroyuelo caminando, pues su pequeña corriente de agua apenas mojaría los zapatos. No obstante, existe la opción de regresar para tomar el otro sendero bifurcado, con sentido Este.

Algunas veces, durante un momento de nuestra existencia, deseamos regresar a cierta época pasada de nuestras vidas, donde estuvimos mejor; debido a que estamos padeciendo en ese momento grandes problemas; sin embargo, regresar en el tiempo es imposible. Debemos ser tolerantes y aceptar las transiciones.

Mejor decidimos continuar por el mismo sendero y mojarnos los pies, porque pensándolo bien, quizás en el otro sendero encontremos peores condiciones físicas para avanzar.

Si nos hemos tropezado con algunas piedras durante la travesía, no significa que tendremos que toparnos también con otras en el futuro.

El cruzar el riachuelo evadiendo el puente es significativo, pues nos hemos dado cuenta que podría caerse si lo utilizamos cruzando sobre él, por lo deteriorado que está.

En la vida habitual, el evitar repetir errores es sinónimo de estar cambiando el haber sentido ser víctima, por las malas decisiones, y deberemos evitar pensamientos y actitudes negativas, sustituyéndolas por un patrón nuevo de comportamiento en donde nosotros mismos tomemos las decisiones, y a nadie debe pedírsele autorización para ello; el avanzar está bajo nuestro poder, y ello nos permitirá dejar de ser una víctima. No debemos permitir que nada ni nadie nos perturbe nuestra existencia. Aceptémonos a nosotros mismos.

Una vez que se haya cruzado el riachuelo se podrá divisar más adelante la posible sinuosidad del camino. Deberemos revisar el tiempo transcurrido que ha tomado llegar hasta allí. Media hora, una hora, etc.

Se deberá realizar un pequeño recordatorio de los sucesos (eventos) vividos. Todo ha sido agradable, no se siente el cansancio.

Se debe pensar y sentir que lo verdaderamente importante no será llegar al final del camino, sino las experiencias que se han vivido, la contemplación del camino mismo, así como la naturaleza que lo rodea, la vegetación y los animales que se han observado, sus subidas y bajadas, las piedras, el puente, el riachuelo, etc.

Todo ello nos ayudará para sentirnos bien con nosotros mismos.

Sin embargo, en la vida diaria se padecen hábitos negativos, que muchas veces nos provocan malestares e incomodidades con otras personas y con nosotros mismos. Todas nuestras experiencias deberán ser luces que alumbren nuestro futuro para adquierir nuevos hábitos positivos: los malos hábitos hagámoslos a un lado.

Los escollos y las grandes piedras que se nos vayan presentando en el camino debemos eludirlas, evitarlas, evadirlas, o mejor, enfrentarlas pasando sobre ellas, cuidando de no caer.

¿Cómo cambiar nuestra forma de ser, de sentir, para eliminar esos hábitos malignos, como el fumar, el beber alcohol, el gritar? únicamente hay que identificar esa “necesidad” en nosotros que nos genera ese hábito; una vez identificada plenamente, analizarnos, tomar conciencia del daño que nos hace y erradicarla de nuestra vida. Fácil o muy difícil, hay que lograrlo.

Se tiene que mirar hacia atrás, analizando nuestras experiencias personales para comprender el por qué se tiene esa “necesidad” y de esta manera se podrá eliminar y con ello los síntomas de fumar, beber, gritar, etc., y así mismo liberarse del pasado que nos aprisiona, eliminando esos hábitos malignos.

Deberemos continuar caminando por el nuevo sendero, aunque habrá oportunidades, si lo decidimos así, de detenernos para revisar cómo nos sentimos física y espiritualmente, o bien, regresarnos por donde veníamos. Cualquiera de las dos opciones las podemos realizar.

Lo importante, en cada decisión, transformación, perturbación o transición en nuestra vida, es sentir lo que deseamos hacer, si no lo sentimos no podremos saber cómo lograrlo; si no lo podemos sentir es que no lo deseamos.

Ahora bien, la opción de regresar se puede llevar a cabo de diferentes formas, una es exactamente sobre nuestras pisadas, también por algunos recodos que observamos durante la travesía, por alguna brecha, etc. Lo relevante en esta posible opción de cambio en la trayectoria y en el sentido, no es solo detenerse, sino que el retroceder implica que no tenemos interés por llegar al final del camino de modo inmediato, o que estamos inseguros, temerosos o cansados, y preferimos declinar en la continuación de la caminata.

En la vida cotidiana nos decimos a menudo que es difícil tomar decisiones para seguir adelante, y no tanto para seguir avanzando por donde nos hemos acostumbrado a hacerlo. Esta costumbre es difícil de romper o cambiar, sin embargo, deberemos imponer en nuestro sentir y nuestros pensar que son necesarias las transiciones, y debemos seguir avanzando, aunque en ciertos momentos tengamos que detenernos, para tomar aliento y para analizar nuestras circunstancias emocionales e intelectuales del yo íntimo, hasta que encontremos un equilibrio entre lo que deseamos, lo que sentimos verdaderamente y lo que podemos lograr.

Las bifurcaciones en los caminos (Post futuro SARUTAHIKO, DIOS DE LOS VIAJEROS EN EL ANTIGUO JAPÓN, Dioses de las bifurcaciones) son analogías de los momentos cruciales en la toma de decisiones de nuestra existencia.

Pongámonos a caminar por cualquier sendero, observemos cada bifurcación y hagamos de cada una de ellas una metáfora coincidente con nuestras propias decisiones circunstanciales. Nos ayudarán a comprender mejor y a tomar conciencia de nuestras vidas y a animarnos para disponernos a caminar (Post futuro CAMINAR Y LAS OPORTUNIDADES VITALES).

Caminar es vivir evolucionando.

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