SENDERISMO MÁGICO-PARTE I

Esta primera parte de SENDERISMO MÁGICO se refiere a disfrutar caminatas extraordinarias por la región maya, localizada en la península de Yucatán, México. En el futuro presentaremos otras zonas que consideramos verdaderas maravillas en otras partes del mundo.

Disponernos a recorrer partes importantes de la región de la cultura maya, a través de sus caminos blancos, atravesando sus selvas y zonas arqueológicas, es una verdadera aventura mágica. Una experiencia cultural que nunca se olvidará.

Existió un fabuloso (notable, extraordinario, asombroso) número de caminos blancos que fueron construidos y utilizados por esta gran cultura, como hemos mencionado en el post LOS ANTIGUOS MAYAS Y SUS CAMINOS BLANCOS-PARTE I: “Estos caminos se construían con sascab o saskab (en maya Sahkab: tierra blanca), que es un material que abunda en toda la Península de Yucatán, proveniente de rocas calizas, especie de calzadas con un ancho que variaba de 4 a 10 metros (13 a 33 pies), mismas que iniciaban y terminaban en Arcos Monumentales. Representa parte de la conjugación urbanística arquitectónica que se realizó al ubicar esos arcos majestuosos a la entrada de cada uno de estos centros ceremoniales, que estaban comunicados con estos caminos blancos, y que tenían un sentido simbólico espiritual. Todo esto que realizó la cultura maya fue extremadamente grandioso y algo que debemos tener presente es que esos GRANDES CAMINOS BLANCOS siempre unían a ARCOS MONUMENTALES y que fundamentalmente significaban simbólicamente los recorridos que los mayas antiguos realizaban en aquellas tierras del Nuevo Mundo”.

El transitar por estos caminos en medio de la selva y las ruinas arqueológicas es una experiencia maravillosa en la que no se tiene que tolerar aquellas penalidades que padecieron los primeros exploradores que inspeccionaron y vieron por primera vez estos lugares paradisíacos, mismos que recorrieron esas mismas rutas milenariamente transitadas por sus constructores originales; toda una arquitectura maya que se alza imponente ante los nuevos caminantes y viajeros que llegan a contemplarlas y disfrutarlas.

Como alguna vez comentó Edel C. Piñera: “Abrirse a la experiencia única del caminante en tierras del mayab es rejuvenecer.  Es abrir la mirada y el alma para dejarnos llevar por nuestro corazón de niños y volver a ser tocados por la sorpresa y el asombro. Es dejarse invadir por la magia del lugar y de lo que en abundancia nos ofrece: misterio, arte, inspiración y conocimiento. Todo en uno”.

CULTURA DE LOS 4 MARES

La nación maya es la única cultura en el mundo antiguo que cuando se estableció en su territorio pudo mirar a cuatro mares. Ahora les llamamos océano Pacífico, Golfo de México, Océano Atlántico y Mar Caribe, y los cuatro perfectamente diferenciables entre sí, pues pertenecen a distintas formaciones oceanográficas. Estas formaciones incluyen la topografía submarina, la circulación oceánica, la temperatura del agua, los patrones de corrientes (con la Corriente del Golfo y la Corriente del Atlántico). Una diferencia entre las fosas, unas profundas y otras más suaves, todos ellos con una amplia extensión de llanuras abisales. El Mar caribe, por ejemplo, consta de una topografía submarina más suave en comparación con los otros 3 mares. Estas características influyen y desempeñan un papel importante en el clima de toda la región Maya. Los 4 mares interactúan con la región e influyen en la temperatura y en los patrones climáticos asociados con cada uno de los 4 mares. También existe una diferencia en la biodiversidad marina y los ecosistemas varían entre los 4 mares.

Los mayas al asentarse en esta región del sureste mexicano lo hicieron para comunicarse con y a través de ellos, por esta razón le hemos designado como la Cultura de los Cuatro Mares.

Esta nación se desarrolló significativamente en todos los órdenes, y desde mi personal enfoque, la ubicación de las tierras que los antiguos mayas eligieron fueron determinantes para su desarrollo cultural.

En la siguiente imagen podemos apreciar, de un modo muy general, la vegetación natural de la mayor parte de la región maya, con el objeto de conocer la distribución de sus diferentes tipos, en una extensión de 350,000 kilómetros cuadrados.

Fuente: Gobierno Federal de México

Hoy día, al igual que Stephens y Catherwood hace muchos años, y otra decena más de exploradores que llagaron a estas tierras, nosotros también podemos maravillarnos con las ruinas y la exorbitante naturaleza de estos lugares que ya no se esconden a nuestros ojos, para ser testigos de esa cultura milenaria.

Podemos dejar deambular nuestros espíritus por esos caminos blancos al internarnos caminando por esos santuarios mayas, con la plena seguridad que, como bien decía Piñera, abrirse a esas experiencias es rejuvenecer, en cuerpo y alma.

¿Cuáles rutas podemos elegir para lograr estas experiencias mágicas? Podemos dirigirnos (utilizar) a cualquiera de las publicaciones que existen para ello, o bien consultar mi libro “LA RUTA DEL ARCO MAYA” (2010), en el cual se muestran y explican 10 rutas diferentes a las cuales podemos acceder para tener la experiencia de encontrarse con los MONUMENTALES ARCOS MAYAS. “Las longitudes de estos 10 periplos de caminos blancos (sacbe’ob plural maya de sacbé) varían y en su desarrollo que presentamos, encontramos varios pueblos, que en su época lucían esplendorosos arcos mayas, conservando siempre su estilo “saledizo”, con diferentes formas y tamaños. Estas redes de caminos son verdaderamente unas ‘Maravillas del Mundo’”. Tengamos presente que esos caminos fueron construidos análogamente a los periplos que realizaban los astros en el firmamento (Arqueoastronomía).

Todo este mundo, de los antiguos mayas, está lleno de misticismo, éxtasis, de verdor y de huellas de un arte ancestral, que no ha muerto y que nos seguirá seduciendo. Cada caminata que realicemos será un encuentro vivo con la historia de este pueblo milenario, con su arquitectura, su astronomía, sus matemáticas, y sobre todo, con sus géneros plásticos aún vivos y dinámicos, que nos retrotraen en el espacio y en el tiempo.

Invito a todos los amantes de caminar (y del mundo maya) a realizar esta experiencia de esparcimiento y recreación lúdica y cultural, que también puede ser mezclada (incorporada) con experiencias de exploración de ruinas arqueológicas, que combina toda nuestra curiosidad y asombro, por toda la belleza sin par que nos rodea en esta zona del mundo maya. Seamos nuevamente testigos de esas imágenes de los primeros exploradores y grabémoslas en nuestras mentes y en el alma.

Seamos, así pues, testimonios de ese pueblo extraordinario que poseyó los conocimientos, las habilidades y el espíritu creativo, para volcarlos en su arquitectura que en la actualidad nos ofrece un espectáculo sin par, arropados por el tiempo y cobijados por la naturaleza exorbitante.

Loya Lopategui, Carlos, La Ruta del Arco Maya, EMULISA, México, 2010. Distribuido por Amazon, disponible en edición Kindle.

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