EL CAMINANTE DE LOS TAMBORES

La leyenda del Caminante de los Tambores simboliza la búsqueda interior y la travesía de la vida. Cada uno de nosotros es como el Caminante, eligiendo caminos diferentes en nuestra búsqueda de significado y propósito. Los tambores representan el ritmo constante de la vida, el latido del universo que nos conecta a todos.

Este post está inspirado en mi cuento largo titulado “El Tamborilero de los Caminos Mágicos”; pero también es un consecuente del 5º Principio o Principio de Ritmo, Compás y Cadencia: Todo individuo tiene un ritmo, un compás y una cadencia propios, sólo tiene que descubrirlos, aplicarlos y mantenerlos mientras camina (Post RITMO, COMPÁS Y CADENCIA EN NUESTRO CAMINAR).

En tiempos ancestrales, cuando el mundo aún resonaba con la magia de lo desconocido, existía un ser singular que vagaba por los senderos de todo tipo y por todo el orbe. Este individuo, mantenía siempre una sonrisa y tenía un brillo especial en sus ojos, que transmitía una completa felicidad, e invariablemente llevaba consigo un tambor que se comentaba era un regalo de los dioses. Con sus sonidos percusivos guiaba a las personas por caminos insospechados y maravillosos.

Todos los días, al alba, emergía de entre las sombras de la madrugada con un tambor distinto entre sus manos; un día era el tambor de marco, cuyo sonido alegre y festivo llamaba a la celebración y la unión; otro día era el tambor de trinchera, cuyo ritmo suave y cadencioso inspiraba la introspección y la calma.

La gente que lo escuchaba comprendía este patrón, y gustaban acompañarlo en sus recorridos, esperando con ansias todos los días que pasara para ver qué tambor llevaba consigo para escuchar sus ritmos melodiosos y seductores. Los días en que el tambor de caja resonaba, las calles se llenaban de risas y bailes. Los días del tambor djembe, la gente se sumía en meditaciones silenciosas, buscando respuestas en el eco de sus propios pensamientos.

La leyenda del Caminante de los Tambores ha perdurado a lo largo de las eras, recordándonos que, aunque los caminos que elegimos pueden ser diferentes, todos estamos unidos por el ritmo universal de la existencia. Simboliza la búsqueda interior y la travesía de la vida. Cada uno de nosotros es como el Caminante, eligiendo caminos diferentes en nuestra búsqueda de significado y propósito. Los tambores representan el ritmo constante de la vida, el latido del universo que nos conecta a todos. Aunque nuestros caminos sean distintos, todos estamos unidos por esta experiencia común de existir, marcada por ese ritmo universal que nos impulsa a seguir adelante, a explorar y a descubrir lo que nos aguarda en cada paso del camino.

En sus travesías legendarias, el Tamborilero portaba un solo tambor de los que acostumbraba percutir, según el sendero que seleccionaba caminar y convertiría en un Camino Mágico. Cada tambor tenía un sonido y un propósito únicos. Se escuchaba a cada uno de ellos con mensajes especiales y sugerentes.

Sin saber el Tamborilero cómo, los tambores se seleccionaban (elegían, escogían) ellos mismos para acompañarlo; no obstante, tenía el pleno conocimiento de que el que lo acompañara en cada travesía se identificaba con el tipo de camino mágico por el cual él conduciría a las personas por el sendero que se había elegido.

Los tambores más ilustres que lo acompañaban, en sus cortejos mágicos eran y siguen siendo, los siguientes:

El tamboril, con su ritmo festivo y enérgico, guiaba a las personas por los caminos de la celebración y la alegría, donde las risas resonaban entre los árboles y la danza se convertía en un tributo a la vida.

El tambor de marco, con su cadencia tranquila y contemplativa, conducía a través de los senderos de la introspección, donde cada paso era una oportunidad para reflexionar sobre el camino recorrido y el porvenir. En esos momentos, el silencio se convertía en un compañero sabio, susurrando secretos del alma.

El pandero, con su histrionismo melódico acompañaba a los caminantes por los senderos, creando un cortejo musical, donde se creaba una verdadera sinfonía de ritmos simultáneos.

El tambor de trinchera, diseñado para ser tocado en movimiento, llevaba a los seguidores por caminos de acción y determinación. Con su ritmo constante y enérgico, inspiraba a superar obstáculos y a avanzar con paso firme hacia el destino deseado.

El tambor de caja, con su sonido potente y enérgico, marcaba el paso de los seguidores por los caminos de la fuerza y la resistencia. En esos momentos, el Tamborilero les recordaba que, con determinación y valentía, podían superar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.

El djembe, con su profundo y resonante sonido, conducía a través de los caminos de la conexión con la naturaleza y el espíritu. Bajo la sombra de los árboles antiguos y el murmullo de los arroyos cristalinos, el Tamborilero enseñaba la importancia de estar en armonía con el mundo que nos rodea.

Este es un día que acompañará al Tamborilero un Tamboril, y como su propio espíritu lo define, la persona que salga a caminar podrá celebrar con alegría e introducirse tranquilamente en sus pensamientos positivos. ¡Qué esperas para salir a caminar?

(*) Loya Lopategui, Carlos, El Tamborilero de los Caminos Mágicos, EMULISA, México, 2024. Disponible en Amazon, edición Kindle.

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